
«En realidad, todo lo que sé, veo o entiendo; en una palabra, todo en mi vida, se transforma en vestidos. Los vestidos son mis quimeras, pero quimeras asequibles, que pasan del reino de los sueños al de los objetos destinados al uso.

Decir cómo llegan a ser, es explicar cómo nace una colección. Me preguntan con frecuencia dónde me inspiro; sinceramente lo ignoro. Es posible que un psicoanalista -que además fuese modisto- pudiera descubrir, estudiando mis colecciones sucesivas, las emociones de mi vida pasada. En todo caso, no encontraría huella alguna de toda esa serie de documentos en los que, según imaginan, un modisto debe fatalmente buscar sugerencias. No digo yo que tal sistema sea malo; sólo puedo afirmar que a mí no me ha servido jamás. Lejos de estimular mi imaginación, la frena.

Tal país, tal estilo o tal época no representan sino la idea que uno se ha forjado, y la contemplación de un modelo antiguo induce a la copia. Esto es tan cierto que incluso para diseñar los figurines de una obra de carácter histórico, es necesario, después de haber contemplado durante varios días numerosos grabados, cerrar los libros y dejar pasar cierto tiempo, antes de coger el lápiz. Únicamente entonces puede crearse como se hubiera hecho en el siglo que se desarrolla la acción.

Una exposición o un museo pueden ser fuentes de inspiración, menor, sin embargo, que un espectáculo en que entra un elemento animado; pero, generalmente, no proporcionan más que detalles. La moda tiene su propia vida y sus razones, que la razón desconoce. Por mi propia experiencia sé lo que debo a mis modelos: inquietudes, molestias, entusiasmos. Son el reflejo de mi existencia cotidiana con sus emociones, sus anhelos de ternura y de alegría. Si algunos me decepcionaron o me engañaron, otros me quisieron fielmente como yo los quise. Por esta razón, mis aventuras más apasionantes y más apasionadas, puedo decir, en verdad, que son mis vestidos. Me obsesionan. Me preocupan, luego me ocupan y , por último -si se me permite el neologismo- , me «post-ocupan». Es como un círculo paradisíaco en infernal a la vez, que atormenta y encanta mi vida.»

