Durante el siglo XVIII Francia fue el país más poblado de Europa. En Versalles residía la familia real junto a la más alta aristocracia, que ocupaba distintos apartamentos dentro del complejo regio. El conjunto palaciego no estaba cerrado al público en general, sino que cualquiera podía acceder a determinadas zonas siguiendo unas sencillas normas, como ir vestido correctamente, y, en caso de ser hombre, portar una espada sobre la cadera. La vida en palacio era un hervidero de intrigas de todo tipo, ya que lo referente a la vida de los reyes y su familia era público y notorio. La anécdota que traemos a colación tuvo lugar el 1 de enero de 1772, teniendo como protagonistas a la delfina María Antonieta y a la favorita del rey Luis XV, madame du Barry.

La archiduquesa María Antonia de Habsburgo-Lorena procedía de una familia muy numerosa, ya que ocupaba el puesto décimo quinto de los dieciséis vástagos que tuvo la emperatriz María Teresa de Austria. En su casa era simplemente Antonia, ya que a todas las archiduquesas se les bautizaba con el nombre de María delante. Pero al llegar a Francia comenzaron a llamarle María Antonieta. El matrimonio entre la archiduquesa y el futuro Luis XVI se celebró en 1770, siendo su principal objetivo fortalecer las relaciones entre ambos países, enemigos acérrimos durante siglos. Ella tan solo tenía 14 años y su marido 15. La princesa era una niña, alegre, espontánea e ingenua que provenía de la corte vienesa mucho menos rígida y estricta que la de Versalles. Su marido, Luis Augusto, era el nieto mayor de Luis XV y por lo tanto el delfín de Francia. Era huérfano, muy tímido y retraído, aunque tenía una mejor preparación intelectual que su esposa. Sentía pasión por la caza y le gustaba trabajar con las manos, fabricaba llaves y desarmaba cerrraduras, todo bajo la tutela de un cerrajero profesional. Al principio, el delfín no mostró interés alguno por su esposa, por lo que el matrimonio tardó años en consumarse con la consiguiente impaciencia y desasosiego, no solo de su mujer, sino también del propio rey de Francia y la emperatriz de Austria, que veían que no llegaba el deseado heredero, aparte de ser la comidilla general de la corte.

La otra protagonista de nuestra historia es la última favorita de Luis XV, madame du Barry. De origen muy modesto, era hija natural y se había dedicado a la prostitución. Esta “profesional”, al convertirse en la favorita del rey, gozó de una gran influencia, no solo atesorando todo tipo de riquezas, sino poder político. Las hijas de Luis XV la detestaban, ya que, entre otras cosas, obligó a una de ellas, madame Adelaida, a cederle sus habitaciones para poder estar más cerca de su real amante. Para muchos cortesanos el hecho de que una mujer de tan dudoso origen tuviera tal ascendencia sobre el monarca resultaba indignante y escandaloso, encontrándose entre los que la detestaban la propia delfina.

Cuando María Antonieta se convirtió en princesa de Francia, madame du Barry ya era la favorita oficial de Luis XV. La austriaca quedó desagradablemente sorprendida de cómo funcionaban las cosas en Versalles, ya en la corte de Viena no se daban este tipo de situaciones. Le pareció algo indigno y decidió despreciar a madame du Barry, pero esta determinación no era fácil, ya que el rey se sentía molesto de que su bella amante fuera ignorada. Peligrando la alianza franco-austriaca, la situación llegó a tal extremo que la emperatriz María Teresa se vio obligada a intervenir exhortando a su hija para que hablara a la favorita. Los códigos cortesanos eran sumamente estrictos, de tal manera que un inferior no podía hablar a los reyes o príncipes primero, ya que debía esperar a que se le dirigiera la palabra.

María Antonieta, que deseaba siempre contentar a su madre, accedió a su petición. Al encontrarse con madame du Barry rodeada de sus damas dejó caer la siguiente frase: “Hay mucha gente en Versallles hoy”. Con ello se templaron algo los ánimos, aunque lógicamente no a gusto de todos. Más tarde la princesa le dijo a su consejero: “Le he dirigido la palabra una vez, pero estoy decidida a dejar ahí las cosas. Esa mujer no volverá a oír el sonido de mi voz”. Al fallecer Luis XV en 1774, Luis Augusto (al que llamaron “el Deseado”) y María Antonieta se convirtieron en reyes de Francia. Madame du Barry fue invitada a abandonar Versalles y enviada a una abadía. Por desgracia, el destino volvió a unir a estas antiguas enemigas, ya que ambas murieron en la guillotina con tan solo dos meses de diferencia.

Excelente!
Muchas gracias. Un cordial saludo.
El delfín tenía fimosis, por lo que recuerdo haber leído, y luego fue sometido a cirugía
Si. El problema se solucionó. Un saludo.
Me encantó la historia .Muchas gracias ..
Gracias a usted. Un cordial saludo.