Fiestas y espectáculos en el palacio del Buen Retiro


Portada de la obra Andrómeda y Perseo de Pedro Calderón de la Barca. Fábula representada en el Coliseo del Real Palacio de Buen Retiro. 1653. Houghton Library. Harvard. EEUU.
Pedro Calderón de la Barca.  Andrómeda y Perseo . Fábula representada en el Coliseo del Real Palacio de Buen Retiro. 1653. Houghton Library. Harvard. EEUU.

Baccio del Bianco. Ilustración para Andrómeda y Perseo de Pedro Calderón de la Barca. Fábula representada en el Coliseo del Real Palacio de Buen Retiro. 1653. Houghton Library. Harvard. EEUU.
Pedro Calderón de la BarcaAndrómeda y Perseo. Fábula representada en el Coliseo del Real Palacio de Buen Retiro. 1653. Escenografía de Baccio del Barco. Houghton Library. Harvard. EEUU.

          “El Retiro se mostraba en todo su apogeo durante las grandes temporadas de fiestas, que daban pretexto para un conjunto de entretenimientos en los que se hacía ostentación tanto de la diversidad de espectáculo que el palacio podía ofrecer como de la capacidad de la Corona española para gastar el dinero de forma aparentemente ilimitada. Las primeras grandes fiestas que tuvieron lugar en el palacio fueron las de diciembre de 1633, que celebraban al mismo tiempo la inauguración del lugar y el nacimiento aquel verano de un hijo y heredero a la hermana del rey, la reina de Hungria. El Conde Duque, al  parecer, mostró gran interés por celebrar fiestas en el Retiro durante el otoño de 1634 para conmemorar la victoria del Cardenal Infante en Nördlingen, pero en esta ocasión se vio contrariado por la voluntad dela reina y se celebraron en el Alcázar.

Felix Castello. Vista del Alcázar de Madrid. 1630-1640. Museo de Historia de Madrid.
Felix Castello. Vista del Alcázar de Madrid. 1630-1640. Museo de Historia de Madrid.

          A partir de entonces, sin embargo, el Retiro se convirtió en escenario de rigor para las celebraciones importantes, de las cuales las más espectaculares fueron sin duda las que tuvieron lugar entre el 15 y el 24 de febrero de 1637, y que fueron descritas en varias relaciones contemporáneas tanto en prosa como en verso.

Vicente Poleró y Toledo. La cámara de Felipe IV en el Real Sitio del Buen Retiro. 1881. Museo Nacional del Prado. Madrid.
Vicente Poleró y Toledo. La cámara de Felipe IV en el Real Sitio del Buen Retiro. 1881. Museo Nacional del Prado. Madrid.

          Existían varios pretextos para estas fiestas de 1637. El verano de 1636 había sido pródigo en triunfos de las armas españolas, con las fuerzas del Cardenal Infante avanzando en el interior de Francia hacia París, y los ejércitos del marqués de Leganés victoriosos en el norte de Italia. En un principio se había pensado celebrar estas victorias conjuntamente con el séptimo cumpleaños del príncipe Baltasar Carlos el 17 de octubre. Se encargó al consejo municipal la organización de festejos, pero resultó imposible tenerlo todo listo a tiempo y hubo que posponerlos.

Diego Velázquez. Retrato ecuestre del principe Baltasar Carlos de Austria. Museo Nacional del Prado. Madrid.
Diego Velázquez. El Príncipe  Baltasar Carlos a caballo. 1634-1635. Museo Nacional del Prado. Madrid.

          Olivares al parecer aprovechó aquella ocasión para proponer a la villa que corriera con los gastos de las importantes obras necesarias para la nivelación del Pardo Alto de San Jerónimo. Con ello se proporcionaría al Retiro un nuevo y enorme coso para celebrar justas y torneos, mayor que la Plaza Grande existente y mayor aún que la Plaza Mayor de Madrid. Los miembros del consejo municipal comprensiblemente no se mostraron entusiasmados por la idea y luego, una vez que su resistencia fue vencida, el ingeniero a cargo de las obras Juan de Ramesdique tuvo problemas con los trabajos de nivelación, que resultaron lentos y laboriosos. Hasta febrero de 1637 no quedó concluido el nuevo coso, que medía 600 pies castellanos por 530 de ancho. (167 x 147 metros)

Juan de la Corte. Plaza Mayor de Madrid. Museo de Historia de Madrid.
Juan de la Corte. Fiestas en la Plaza Mayor de Madrid. Hacia 1630. Museo de Historia de Madrid.

          El retraso tuvo sin embargo sus compensaciones; las fiestas podían ahora celebrarse en parte como tributo a la princesa de Carignano, quien acababa de llegar a Madrid en noviembre. Y mejor aún, podían servir para conmemorar un importante suceso en los anales de la casa de Habsburgo: la elección en Ratisbona el 22 de diciembre de 1636 del cuñado de Felipe, el rey de Hungría, como Rey de los Romanos, lo que virtualmente le aseguraba la sucesión al título imperial.

Jan van den Hoecke. Fernando II, rey de los romanos. Hacia 1643. Kunsthistorisches Museum. Viena.
Jan van den Hoecke. Fernando II, rey de los romanos. Hacia 1643. Kunsthistorisches Museum. Viena.

          Olivares empleó ahora toda su formidable capacidad de persuasión y mando para conseguir que todo estuviese listo para una serie de festejos que habrían de celebrarse durante la temporada de carnaval, del 14 al 24 de febrero. Reflexionando más tarde sobre el inusitado número de fiestas celebradas esa temporada, Monanni, llegó a la conclusión de que se debían al empeño de Olivares de disipar la melancolía congénita del rey y también de demostrar que tan capaz era de organizar festejos, justas y mascaradas como de llevar los asuntos de estado.

Diego Velázquez. Retrato del Conde-Duque de Olivares. 1624. Museo de Sao Paolo.
Diego Velázquez. Retrato del Conde-Duque de Olivares. 1624. Museo de Sao Paulo.

          Pensaba, además, que también iban encaminadas a reforzar la moral y a mostrar a la princesa de Carignano, francesa de nacimiento, que a España le sobraba dinero y podía gastarlo en otras cosas además de la guerra. Otros compartían al parecer esta opinión y se mostraban conformes en que uno de los objetivos de los festejos fue el de causar impresión ante la opinión internacional,  «para que el cardenal Richelieu nuestro amigo sepa que aún hay dinero en el mundo que gastar y con que castigar a su Rey».”

Philippe de Champaigne Retrato triple del Cardenal Richelieu. Hacia 1642. National Gallery. Londres.
Philippe de Champaigne. Retrato triple del Cardenal Richelieu. Hacia 1642. National Gallery. Londres.

Jonathan Brown y J. H. Elliot. Un palacio para el rey. El Buen Retiro y la corte de Felipe IV.  Madrid. Alianza Forma. 1981. pp. 209-210.

2 Comentarios

  1. Pedro dice:

    Hola. No existe más el palacio ?

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