El recibimiento a Felipe IV en Sevilla


            Relación del recevimiento, y fiestas que se an hecho a su magestad, en la ciudad de Sevilla, desde jueves postrero de febrero hasta martes 5 de março, deste año de 1624.

         “Llegó su Magestad en jueves, postrero día del mes de febrero,  a cosa de las doze del día, y porque tenía hordenado su entrada para el viernes siguiente primero de Março, fue a posar a San Gerónimo, que está a media legua de la ciudad. Reciviéronle los Frayles con mucha música en forma de capilla Real, y las trompetas y chirimías de la ciudad que estaban para este efeto en el convento, donde llegó primero que otra la carroza de su Magestad, porque venía corriendo a medio trote. Venían dentro de la carroza de su Magestad el Señor Don Carlos su hermano, y el Conde de Olivares, el duque del Infantado, el Almirante de Castilla y el Cardenal Çapata.

Monasterio de San Jerónimo de Sevilla.
Monasterio de San Jerónimo. Sevilla.

          Luego que quedó en San Gerónimo su Magestad, se vino el Conde de Olivares a Sevilla a ver qué prevención había en los Alcázares, y halló lo estaban aguardando junto al Ospital de la sangre, que es cerca de la puerta de la Macarena, Don Fernando de Céspedes su Teniente de Alcayde de los Alcázares, muy galán y viçarro, con veintiseis alabarderos vestidos a lo Tudesco, de tamenete y tafetán encarnado, con aderezos de espadas y alabardas doradas, que en viéndole y haciéndole el acatamiento que se les tenía ordenado, fueron delante dél, acompañándole hasta el Alcáçar, donde aquel día comió con algunos señores que venían en su compañía, porque los demás se quedaron en San Gerónimo con su Magestad e Infante. A la tarde se volvío el Conde a caballo a San Gerónimo, llevando el mismo acompañamiento que había traído, y muchos cavalleros desta ciudad.

          Esta noche se pusieron Luminarias en toda Sevilla, y uvo algunos fuegos en la Torre, y su Magestad y el Conde de Olivares, y el señor Don Carlos y el Almirante de Castilla, vinieron disimulados en una carroça a vellos, y vieron la Yglesia mayor que estaba cerrada; luego que llamaron se les abrió, donde por seña que era su Magestad el nombre de san Gil, que es el que de secreto tenían concertado para que en llamando les abriesen.

Pedro Tortolero. Vista histórica de la fachada occidental de la catedral. 1738.
Pedro Tortolero. Vista histórica de la fachada occidental de la catedral. 1738.

          De allí fue su Magestad a los Alcáçares y los vido todos: y aun que vistos de noche le parecieron muy bien y contentaron mucho. Después, siendo como a las nueve y media, se volvió a San Gerónimo, pero no tan disimulado que no lo conociesen, y principalmente los muchachos, que se juntó gran número de ellos, que cercado el coche comenzaron a dar infinitas voces, diziendo, viva el Rey don Phelipe quarto nuestro Señor que está en Sevilla. Y Fue de suerte el alboroto y gritería que levantaron, que su Magestad sacó por el estribo del coche dos veces la cabeça a ver aquella multitud, hasta que los grandes que yban en su compañía tuvieron por mejor mandar que corriera el coche que no oyr tal gritería, y fue acertado porque con esso se escaparon de la algaçara que los muchachos, y mujeres tenían.

Patio del Yeso (Pórtico). Reales Alcázares de Sevilla.
 Reales Alcázares. Sevilla.

          La entrada de su Magestad en Sevilla en público fué el Viernes primero de Março, por la tarde, a cosa de las cinco: entró en coche corridas las cortinas, y los demás grandes también entraron en sus coches. Alegróse toda esta ciudad con la entrada y vista de su Magestad, que de más de querelle y amalle como a su Rey y Señor , les aumentó el goço y alegría de ver su linda cara y hermoso talle, que es como un Ángel; y ansi todos hombre y mujeres a gritos le bendecían y davan higas, a quien su Magestad, con rostro apacible y risueño mirando a todas partes , mostraba agradecelles la voluntad y deseo que tenían de serville.

Alonso Sánchez Coello. Vista de la ciudad de Sevilla. Finales del siglo XVI. Museo Nacional del Prado en depósito en el Museo de América.
Atribuido a Alonso Sánchez Coello. Vista de la ciudad de Sevilla. Finales del siglo XVI. Museo Nacional del Prado en depósito en el Museo de América.

          Este día estuvieron todas las calles por donde passó su Magestad colgadas de muy costosos doseles, sedas, y damascos, y en algunas partes y ventanas embinciones muy de ver, entre las cuales estuvo una que pareció muy bien en la calle de la Sierpe: Que era una portada de una casa principal, toda guarnecida de Bufetes de Plata pequeños, y a trechos otros dorados  que hazían una muy artificiosa, y vistosa lavor.

          (…) El Domingo siguiente por la tarde fue su Magestad en su carroça a ver la Yglesia mayor, y a la noche tuvo comedia en palacio, que la representó Tomás Fernández.

       El lunes fue su Magestad al convento de las cuevas, y fue por el Río en una Falúa, cuya gallardía, será imposible pintarla, mas harelo lo mejor que supiere: por de fuera el casco de ella embarniçado de encarnado y otros matices, trabados todos con muchos ramos y plumas de dorado, que hazía muy vistosa y peregrina lavor.

El monasterio en sus inicios, previo a la construcción hacia la mitad del siglo XVIII de la monumental Puerta de Tierra de Ambrosio de Figueroa.
Monasterio de Santa María de las Cuevas. Sevilla. El monasterio en sus inicios, previo a la construcción hacia la mitad del siglo XVIII de la monumental Puerta de Tierra de Ambrosio de Figueroa.

          En la Popa iva hecha una cubierta a manera de litera, y cubierta por encima de Brocado de tres altos, y las cortinas de lo mismo, con muy costosos alamares: por dentro el cielo de ella de Raso encarnado largueado con franjoncillos de oro y tachuelas doradas y toda la demás clavaçón; del medio desde cielo pendían dos borlas grandes de seda encarnada y oro en que llevava puesta una mano su Magestad. Los asientos de al rededor eran de Raso encarnado, y encima dellos (que eran en forma de escaños) almohadas de Terciopelo carmesí, bordadas y cuajadas con oro. Llevavánla bogando doze hombres muy alentados y bien dispuestos; todos con bonetes colorados, y vestidos de blanco con muy ricas camisas de olanda, y puntas grandes, con los calçones marineros de lo mismo, ceñidos con valonas encarnadas, guarnecidas todas con puntas de oro, y la palamenta era pintada toda de encarnado y oro. El Timonero era el Ventiquatro Galindo; iva viçarramente vestido de tamelete y franjoncillos de oro. Ansimismo ivan otras muchas Faluas de Príncipes y señores acompañando a la de su Magestad, que ansi como puso el pie en ella, todos los Navios dispararon toda su artillería le hizieron maravillosa salva, respondiendo con chirimías y clarines.

Falúa de Carlos II. Finales del siglo XVII. Museo de Aranjuez.
Falúa de Carlos II. Finales del siglo XVII. Museo de Aranjuez.

          Yendo su Magestad navegando con esta grandeça por el Río, llegó al convento de las cuevas, donde a la entrada le estaban aguardando gran muchedumbre de gitanos y gitanas que hasta la puerta del convento fueron delante de su Magestad tocando adufes, sonajas, y otros instrumentos y vailando maravillosamente. Saliéronle a recebir todos los monxes, y le enseñaron toda la casa y Reliquias que avía en ella de muy grande veneración ; y en los Claustros tenían puestas dos Fuentes artificiales corriendo, la una de vino blanco y la otra de vino tinto, y al alrededor de cada fuente destas estaban quatro poças a manera de Urnas llenas de colaciones para todos los que querían comerlas, y veber de qualquiera de los dos vinos destas fuentes, y estuvieron corriendo hasta que su Magestad se volvió a Palacio (…).”

Impresso con licencia en Granada, año de 1624, por Juan Muñoz, a la Plaça nueva.