
“Alguna véz havia de llegar la ocasion, en que se viesen Cantones sin barbas, y Licurgos con basquiñas: no ha de estar siempre ceñido el Dón de Consejo â las pelucas, ni han de hacer sudar las Prensas los sombreros; también los mantos tienen su alma, su entendimiento y su razón y puesto que los hombres han de mandar, han de reñír, han de gobernar, y corregir, y â las pobrecitas mujeres, engañadas con el falso oropel de las hermosas, y Damas, solo se les há de permitir tiren gages de rendimientos fingidos y passe plaza de Señoras de Theatro, que en acabándose la Comedia de la pretensión todo se oculta, y solo se descubre el engaño, y la falsedad? No, Señores mios; hoy quiero, deponiendo el encogimiento propio de mi sexo, dàr leyes, corregir abusos, reprehender ridiculeces, y pensar como Vms. Piensasn; pues aunque atropèlle nuestra antigua cendicion, que es siempre ser hypocritas de pensamientos, los hè de echar â bolár, para que vèa el mundo â una Muger, que piensa con reflexión, corrige con prudencia, amonesta con madurèz y critìca con chiste.

Según la más comun opinión masculina, parecerán paradoxas mis intentos, viendo que una mano, â quien naturaleza destinó a para gobernar lá aguja, manejar la rueca, y empuñàr la escoba , se atreve, sin permiso de las Universidades, los Colegios, y las Academias, â tomar la pluma, ojear los Libros, y citar Authóres , y en tiempo en que solo pensamos en las modas, en los peynados, en las batas [1], y en los cortejos: cierto, que â la primera vista del discurso lo parece; pero no será assi, si se reflexiona con seriedad la empressa. Nos conceden los hombres â las mujeres (y en opinion de muchos como de gracia) las mismas facultades en el alma para igualarlos, y aún excederlos en el valór, en el entendimiento, y en la prudencia; y no obstante esta concession, siempre nos tratan de ignorantes ; nunca escuchan con gusto nuestros discursos; pocas veces nos comunican como serias; las más alejan de nosotras toda conversación erudita; y solo nos hablan en aquellos intereses, que por ser indispensables, se vèn en la precision de tratarlos con nosotras , y con todas estas experiencias, muy llenas de vanidad, nos glorìamos de nuestra suerte, celebràmos sus cortejos (el Pensador sea sordo) y aplaudímos sus rendimientos, quando todo esto son hàzanerias con que procuran nuestro engaño, solicitando sus idéas â costa de nuestros pesares, y muchas veces de nuestro honòr.

Pues nò, Señoras mias, yá tienen Vms. quien las venge, yá sale â Campaña una Muger, que las desempeñe, y en fin con pluma, y basquiña [2], con Libros y bata se presenta una Pensadora,que tan contenta se haya en el tocador, como en el escritorio: igualmente se pone uná cinta, que ojea un Libro: y lo que es más, tan fácilmente como murmurar como una de sus amigas, cita uno, dos, ô tres Authóres Latinos, y aún Griegos. Yà está de su parte quien piensey quíen manifieste sus pensamientos; pero les debo advertir ( y esto para entre nosotras) que una véz que me he revestido de Pensadora, hé de ser imparcial; yá que hè tomado el tono magistral de criticar, no me aguarden ciegamente ápássionada: pueden creer las de mi sexo, que con el mismo empeño hè de manejar la pluma contra sus desordenes, como contra los disparates de nuestros mayores enemigos: sin distinción salgo â la plaza del mundo â combatir preocupaciones, y descuidos; donde quiera que los hàlle, allì les haré la guerra.

Pero lograrán las Damas, que corregidas sus faltas, advertidos sus yerros, y notadas sus ridiculeces por otra Dama, les caúse menos sonròjo, oyendo con más gusto, y procurando la enmienda sin correrse: juntamente le tendrán en vèr, que ya que hay curiosidad, que se introduce en nuestros estrados [3], registra nuestros gavinetes [4], y recorre nuestros retretes [5], con la maldita intencion de sacàr nuestras faltas â el público, y se vale de la confianza para hacernos despreciables; hay entre nosotras una que venciendo la fuerza con la fuerza, les atisvará, y notará en todas partes, se ocultará de sus escritorios, seguirá en los paseos, escuchará en las tertulias, y no olvidará diligencia, que conduzca a enterarse de todos sus designios, para criticar sus errores.

Este es mi intento, y lo há sido siempre; pero encogida en mi natural empacho, pensaba, callaba, y sufrìa (aunque con impaciencia) la licencia, que se han tomado los señores hombres, de ser los unicos que griten, los solos que manden, y los exceptuados de obedecer: hasta que exaltado todo el humór colerico de mi ser natural (que no es poco) con las desatenciones , grosserìas, y atrevimientos del señor Pensadorde Madrid , en orden à lo que tratan de nuestro Sexo: hè resuelto tomár la pluma, nò para contradecirle, ni tacharle sus asuntos, que èste ya es camino muy andado; sino enseñarle(siguiendo su idèa, guardando su máximas, y aspirando â un mismo objeto) â criticar defectos, sin ofender privilegios.”
Beatriz Cienfuegos. La pensadora gaditana. Tomo I. Pensamiento Primero, con licencia. Cádiz. 1768.
Beatriz Cienfuegos fue el pseudónimo utilizado por Beatriz Manrique de Lara Alberro, marquesa de García del Postigo (Cádiz, 1701 – ibídem, 1786). Fue autora de La Pensadora Gaditana y está considerada la primera periodista española.
[1] El vestido a la francesa, llamado bata en España.
[2] Falda.
[3] El conjunto de alhajas que sirve para cubrir y adornar el lugar o pieza en que se sientan las señoras para recibir las visitas, que se compone de alfombra o tapete almohadas, taburetes o sillas bajas.
[4] Habitación más reducida que la sala, donde se recibe a las personas de confianza.
[5] Cuarto pequeño en la casa o habitación, destinado para retirarse.
Precioso
Muchas gracias Manolo.
Extraordinario ….El arte es el espejo de un alma noble ….