“La pluma se desliza de la mano al pensar en trazar siquiera aunque no sea más que un ligero bosquejo, un boceto de la moda. Ninfa versátil la apellidan unos, diosa incomparable repiten otros. Furia perniciosa exclaman muchos, y de deidad encantadora la clasifican aquellos que en sus altares le tributan el incienso de la idolatría. Entre tanta divergencia de opiniones ¿cuál es la cierta? Difícil, imposible es el tratar de demostrarlo. Nosotros por lo menos lo consideramos como un problema irresoluble, y nos fundamos en que los argumentos, tanto en pro como en contra, presentado por sus sostenedores y adversarios nacen de principios que, aunque en sí mismos ciertos en la aplicación no se considera sobre la abstracción de ellos, y que muchas veces forzadamente se hace de los mismos una concreción violenta para ostentar un fondo de erudición bastante ajeno de la ligereza con que en la sociedad deben convertirse semejantes materias.

Desviándonos, pues, de las indicadas controversias inconexas con el objeto que nos hemos propuesto en este momento, nos ceñiremos por ahora a solo preguntar, ¿la moda existe? …Sí, ¿Deben propagarse sus caprichos?, Indudablemente, ¿Y por qué? Porque ellos a más de dar un impulso al desarrollo de la industria y de las artes, y de proporcionar una ocupación honrosa a centenares de familias, presentan a nuestros ojos más hechiceras las gracias naturales de la mitad más preciosa del género humano. Esta, adornada con los atavíos del buen gusto nos hace, depurando con más ahínco el néctar delicioso que contiene la copa del deleite admirar más y más los encantos de sus seductoras perfecciones.

La belleza fue creada para agradar; y esto es tan cierto, que un igual instinto, una igual causan obligan a componerse para parecer más lindas tanto a la sencilla aldeana del nevado Guadarrama, cuanto a la más refinada coqueta de la corte. Esta hermosea su frente con los adornos del arte: aquella la engalana con las flores que le presta el prado, y consulta con el espejo natural de una pacífica fuente la selección de los colores que suministren más belleza a su rostro. La última al comprar en el mercado las telas con que ha de formar su brial, calcula, premedita, selecciona, sobre cual de ellas es la más bonita y puede presentarla más interesante a la vista de sus adoradores. La cortesana aunque diferente en el fondo en el motivo es una misma, es una igual la idea la idea que la dirige.

Nosotros cumpliendo pues, y particularmente en obsequio del bello sexo, con lo que en el prospecto hemos ofrecido, presentaremos a su fiscalización el estado de la moda tanto extranjera como nacional en todos conceptos y sentidos, y si por este trabajo que la galantería de los españoles no lo considera más que como un justo tributo rendido a su mérito, creyesen las bellas que debían en algún tanto recompensarlo, el único favor que de su dulzura nos atrevemos a exigir, es el que (por recuerdo nuestro) cuando en la sociedad se las presente un sistemático enemigo de la moda, se dignen darle el castigo de prohibirle la entrada en su tocador, y especialmente cuando en él, siguiendo las costumbres que prescribe el buen tono, se dispongan á engalanar sus gracias para ostentarlas en el centro fino de los hechizos de un baile.”

Antonio de Torija y Carrese. El buen tono. Periódico de moda, artes y oficios. Imprenta de Ferrer y Compañía. Número 1. Madrid. 1839.
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