«Vístete y cálzate bien, de acuerdo con tus rentas: un vestido hermoso y bellos adornos constituyen grandes ventajas; encarga tu vestido a un buen sastre, que haga que las puntas queden bien y que las mangas sean elegantes y bien ajustadas. Ten zapatos con lazos y botines siempre nuevos y recientes, y procura que se te ajusten tan bien que las villanas discutan de qué modo te los pusiste y por dónde. Engalánate con guantes, limosnera de seda y cinturón; y si no eres lo suficientemente rico como para hacerlo, arréglatelas como puedas, pero procura siempre ir lo mejor vestido posible, sin que eso te cause la ruina.
Tacuinum Sanitatis. 1380-1399. VeronaUtiliza guirnaldas de flores, que cuestan poco, o de rosas en Pentecostés: eso está al alcance de cualquiera, no es necesario ser muy rico. No toleres ninguna mancha en tu atuendo; lávate las manos, límpiate los dientes; si en las uñas te aparece una mota de suciedad, no permitas su presencia. Cósete las mangas, péinate los cabellos, pero no te maquilles ni te pintes, pues eso es propio de las damas y de hombres de mala fama, que se ocupan de amores torcidos.
Codex Manesse o Grosse Heidelberger Liederhandschrift. 1305-1340.(…) Y si ella viese caer sus hermosos cabellos rubios, lo cual sería muy penoso, o si se ve obligada a cortarlos a causa de alguna enfermedad grave de las que pronto marchitan la belleza, o bien si ocurre que, por cólera, algún infame se los ha arrancado hasta el punto de que ella no podrá recuperar sus largas trenzas, que consiga hacerse traer los cabellos de alguna mujer muerta, o bien obtenga cintas de seda dorada y lo coloque todo formando falsas trenzas. Que disponga sobre sus orejas un tocado tal que un ciervo, un buey o un unicornio, aunque se rompan la cabeza, no puedan mejorarlo. Si sus trenzas necesitan teñido, lo preparará con el jugo de algunas hierbas, ya que los frutos, la madera, las hojas, las cortezas y las raíces poseen muchas virtudes y propiedades medicinales. Si su tez comenzara a verse ajada y le causara algún disgusto, tenga ella cuidado de guardar en tarros, en sus aposentos, cremas húmedas siempre en reserva para embellecerse. Pero que tome buena cuenta de que ninguno de sus huéspedes las vea, pues eso le causaría no pocos desastres.
Sandro Boticelli. Joven ante las siete artes liberales. 1480-1487. Museo del Louvre.Si ella posee un cuello esbelto y blanco pecho, que vigile bien que su sastre le confeccione vestidos bien escotados, para que se vea su piel limpia y tersa al menos medio pie por delante y por detrás. De este modo quedará mucho más seductora. Si sus hombros son demasiado anchos y quiere agradar en el baile, que lleve un vestido de tela fina. Así presentará un porte más gracioso. Si sus manos no son tersas y no están limpias de granos o puntos, cuídese de no dejarlos. Habrá de hacérselos quitar con la aguja, o bien esconderá sus manos en guantes, y así no se verán granos ni costras. Si sus senos son demasiado grandes, tome telas y paños y hágaselos ceñir rodeando su pecho y costados, y luego se los ate, cosa o anude. De este modo podrá ir a divertirse».
Guillaume de Lorris y Jean de Meun. El Libro de la Rosa. Madrid. Alianza Editorial. 2020. pp. 82-83 y 300-301.
El Libro de la Rosa fue iniciado por Guillaume de Lorris hacia 1230 como un poema alegórico sobre el amor cortés y completado por Jean de Meun alrededor de 1275, quien añadió una crítica social y moral más extensa. Refleja el paso del idealismo cortés medieval a una visión más satírica y racionalista del amor y la sociedad.