¿Cómo era Madrid a mediados del siglo XVIII?


CARTA VII

DESCRIPCIÓN DE MADRID; DEL BUEN RETIRO; DEL TEATRO DE LA CORTE. RELACIÓN DE LA FIESTA DE LOS TOROS

Antonio Joli. Vista de la calle de Atocha.h.1750. Casa de Alba. Madrid.
Antonio Joli. Vista de la calle de Atocha. Hacia 1750. Casa de Alba. Madrid.

          “Madrid, señor, es una ciudad rica, floreciente, bella, bien poblada, y las calles son muy rectas, aunque el terreno no sea llano en todas partes; las plazas son grandes y las casas altas. Las iglesias respiran la majestad; la riqueza reina en los palacios, la magnificencia en la corte y un aire de dignidad y de grandeza en el pueblo. Cuéntanse allí seiscientas calles, catorce plazas, dieciocho parroquias, cincuenta y ocho casas religiosas, veintisiete hospitales. Los víveres que allí se consumen están en proporción; en fin, de cualquier lado que lleve mis miradas, no veo sino grandeza, abundancia y lujo, y si, por azar, tropiezo en alguna parte con la pobreza y la indigencia, son mantenidas con decencia y una gravedad majestuosa que se muestra y brilla siempre a través de la delgadez que presenta e incluso de los andrajos que la cubren. Pero, de otra parte, no hay por todo sino suciedades, objetos asquerosos y fetidez. En cualquier sitio que uno se encuentre, en las casas y en las plazas, al sol como a la sombra, en carroza o a pie, por todas partes se está como en las letrinas; y si, con el calor hirviente que hace al presente, se marcha por la villa, encuéntrase uno continuamente envuelto de torbellinos de un polvo infecto, à través de los cuales se respira un aire envenenado por todas las inmundicias de la noche.

Luis Paret y Alcázar. El Jardín Botánico desde el Paseo del Prado. 1790. Museo Nacional del Prado. Madrid.
Luis Paret y Alcázar. El Jardín Botánico desde el Paseo del Prado. 1790. Museo Nacional del Prado. Madrid.

          No hay agua perfumada, ni de flor de azahar, ni de la Reina de Hungría, ni de Melisa, ni sin igual, ni de esencia de Florencia, ni de perfumes de Arabia que puedan corregir los malos olores que allí se dejan sentir en todo tiempo, y nuestras damas de Milán más avisadas y perfumadas, si estuviesen aquí, no podrían dejar de garantizarlo. Aunque se sufra mucho con este inconveniente, no se deja allí de vivir, y las damas de Madrid más delicadas y de más alta calidad, pueden en ese punto servir de modelo a los extranjeros. No sufren, esas grandes damas, pena ninguna ante la fetidez que hiere el olfato, con la idea que se hacen de que el aire está purificado por la infección continua que producen los excrementos, pretendiendo que esa infección absorbe toda otra exhalación corrompida. Eso es lo que dicen los filósofos del país, que juzgan que el clima de Madrid es el mejor de toda España gracias a la pureza del aire de los alrededores, que reconocen, dicen, en que el mal olor de los cadáveres corrompidos se ve allí prontamente disipado.

Lorenzo Quirós. Ornatos de la calle de las Platerías con motivo de la entrada de Carlos III en Madrid. Hacia 1763. Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. En depósito en el Museo Municipal de Madrid.
Lorenzo Quirós. Ornatos de la calle de las Platerías con motivo de la entrada de Carlos III en Madrid. Hacia 1763. Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. En depósito en el Museo Municipal de Madrid.

          Para evitar esa incomodidad, con muchas otras que se encuentran en esa villa, toman, cuando pueden, una carroza tirada por mulas. Estos coches, que alquilan, son tan necesarios en Madrid para trasladarse como el pan para alimentarse. Por consiguiente, he alquilado uno desde el primer día; pero, además de haberme encontrado muy mal, me he expuesto todavía más a la irrisión del pueblo. Habiendo montado en la carroza, donde todo era de lo más grosero, cuando hube marchado durante dos horas, me vi obligado a bajar de ella en medio de una plaza a la vista de una multitud de gente del pueblo que se había juntado en derredor, y al volverme a pie al sitio de donde había salido. La causa de esa aventura fue que las mulas se habían parado por capricho o por pereza, y aunque el postillón las azotase y las pinchase, no pudo hacerlas avanzar un paso. Se ven a menudo en Madrid esa clase de bromas a costa de los extranjeros, que allí se ven engañados. En cuanto a mí, no lo he sido después gracias a las gentes honradas y a las personas distinguidas que se han cuidado de mí.

Ramón Bayeu y Subías. El Paseo de las Delicias. 1784-1785. Museo Nacional del Prado. Madrid.
Ramón Bayeu y Subías. El Paseo de las Delicias. 1784-1785. Museo Nacional del Prado. Madrid.

          He aprovechado el tiempo de un paseo que el rey ha ido a hacer en Aranjuez, según costumbre, para ver a. mi gusto y por entero uno de los palacios del rey llamado el Buen Retiro, que es menos regio por su magnificencia que por su extensión. Sus habitaciones no son grandes; sus muebles y sus adornos son soberbios y preciosos, pero están muy descuidados. Por lo demás, el monarca, que allí reside con una corte numerosa y brillante, realza mucho el brillo y la dignidad. Los que gustan de las bellas pinturas, encuentran allí con satisfacción las obras maestras de los más grandes maestros. Se ve en el techo del salón la Institución de la Orden del Toisón de Oro por Felipe el Bueno, duque de Borgoña, con los Titanes de un lado y diversos símbolos del otro, obra excelente de Lucas Jordán; el friso es del caballero Corrado. El gran cuadro que representa a Jesucristo detenido por los judíos en el Huerto de los Olivos, es de Rafael. Hay también, en la sala de los conciertos, muchas obras de los más célebres pintores y varias otras de Velázquez; pero aquel que estiman especialmente por la perfección del dibujo y del colorido, es el cuadro que representa un anciano que da de beber a un niño. Hay también del Ticiano de Rubens, de Van Dyck y de muchos otros de los mejores maestros de Italia en cuestión de perspectiva”.

Antonio Joli. Vista de la calle de Alcalá. h 1750. Fundación Casa de Alba. Madrid.
Antonio Joli. Vista de la calle de Alcalá. Hacia 1750. Fundación Casa de Alba. Madrid.

Norberto Caimo. «Viaje por Espana hecho en 1755» en Viajes de extranjeros por España y Portugal. Volumen IV. Edición de José García Mercadal. Junta de Castilla y León. 1999. pp. 783-784.

Un comentario

  1. Ignacio de Puig dice:

    Interesante descripción de Madrid del XVIII

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