La golilla, una moda española


       A finales del siglo XVI se popularizó entre las clases pudientes el uso de grandes cuellos guarnecidos, en ocasiones con encajes.  Esta moda surgió en Italia, más concretamente en la corte de los Medicis, desde donde se exportó al resto de Europa. A principios del siglo XVII el tamaño y la forma de los cuellos se exageraron de tal manera que, en ocasiones, llegaron a medir diámetros asombrosos.  Damas y caballeros de la alta nobleza lucían magníficas gorgueras (en España también se denominaron “lechugillas” porque su forma sinuosa se asemejaba a las hojas de la lechuga), cuyo precio era alto, pudiendo en ocasiones  alcanzar cifras astronómicas. El encaje no solamente se confeccionaba en España, sino que se importaba, siendo los flamencos los más apreciados. Todo esto resultaba muy perjudicial para la economía nacional, ya que, aunque parezca mentira, un gran capital escapaba fuera de nuestras fronteras.

El Greco. Retrato del pintor y arquitecto Jorge Manuel Theotokopulos.1600-1650. Museo de Bellas Artes de Sevilla.
El Greco. Retrato del pintor y arquitecto Jorge Manuel Theotokopulos.1600-1605. Museo de Bellas Artes de Sevilla.

          Felipe IV, al poco de subir al trono, decidió poner fin a tales dispendios y para proteger la economía nacional dictó una pragmática en 1623 por la cual el uso de  estos cuellos quedaba abolido. Como había que buscar una alternativa se escogió la valona: sencilla, plana y que dejaba el cuello al descubierto, el Diccionario de Autoridades (1737) la define como: “Adorno, que se ponia al cuello, por lo regular unido al cabezón de la camisa, el qual consistia en una tira angosta de lienzo fino, que caía sobre la espalda, y hombros: y por la parte de adelante era larga hasta la mitad del pecho.”

Anton Van Dyck. El Cardenal-Infante Fernando de Austria. Hacia 1634. Museo Nacional del Prado. Madrid. El hermano de Felipe IV luce una valona guarnecida de encajes.
Anton Van Dyck. El Cardenal-Infante Fernando de Austria. Hacia 1634. Museo Nacional del Prado. Madrid. El hermano de Felipe IV luce una valona guarnecida de encajes.
Diego Velázquez. Retrato del Conde-Duque de Olivares. 1624. Museo de Sao Paolo.
Diego Velázquez. Retrato del Conde-Duque de Olivares. 1624. Museo de Sao Paolo.

                 Pero, en ocasiones, las modas se crean y destruyen por los motivos más inesperados. La valona tuvo poco tiempo de validez, ya que, según cuentan, el rey padeció una afección de garganta y no le gustó llevar el cuello al aire. Felipe IV comenzó a usar un nuevo tipo de valona llamada golilla, que había sido creada por un sastre madrileño ese mismo año. La golilla era de tela almidonada y se sostenía por medio de un alambre colocado alrededor de la garganta, por lo que debía resultar incómoda, además de hacer la figura muy envarada. Juan de Zabaleta, un escritor de la época nos dice literalmente: “es como meter la cabeza en un cepo, tormento inexcusable en España. Esta es la nación, entre cuantas la razón cultiva, que menos cuida de sus comodidades”.  Por su bajo costo, la golilla se extendió rápidamente a todas las clases sociales.

Diego Velázquez. Retrato de caballero. 1630-1635. Metropolitan Museum. Nueva York.
Diego Velázquez. Retrato de caballero. 1630-1635. Metropolitan Museum. Nueva York.

Diego Velázquez. Don Pedro de Barberana y Aparregui. Hacia 1631-1633. Kimbell Art Museum. Fort Worth. Texas.
Diego Velázquez. Don Pedro de Barberana y Aparregui. Hacia 1631-1633. Kimbell Art Museum. Fort Worth. Texas.

          Tal y como podemos observar en los retratos de Diego Velázquez, el rey la lució toda su vida, obligando a su uso en las audiencias. Unas décadas más tarde, en 1701 su bisnieto Felipe V llegó a España. Tan solo tenía 17 años y no hablaba castellano, pero su máximo empeño era no desairar a sus súbditos, por lo que adoptó la moda nacional. La cuestión del traje tenía la máxima relevancia y el nuevo monarca debía representar la continuidad dinástica a través de su aspecto exterior. De hecho, en su primer retrato aparece vestido de negro y con la golilla siguiendo la imagen oficial de los reyes de España. En cualquier caso, su “buena voluntad” solo  duró unos años, ya que encontraba la golilla incómoda, razón por la cual  terminó abandonando su uso, sustituyendo el traje “a la española” por el traje “a la francesa”. Después, de forma paulatina, los españoles siguieron su ejemplo y la golilla fue desterrada en favor de la corbata.

Jacinto Rigaud. Felipe V. 1701. Museo del Prado. Madrid.
Hyacinthe  Rigaud. Felipe V, rey de España. 1701. Museo Nacional del Prado. Madrid. 

3 Comentarios

  1. Mercedes Valenzuela dice:

    Que interesante Barbara !!

    1. Bárbara dice:

      Muchas gracias Mercedes. Un fuerte abrazo.

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