«En las frescas y malolientes callejuelas de Milán, sobre estanterías de umbrías tiendas de boticarios, se alineaban vasijas de cerámica llenas de hierbas, remedios medicinales, compuestos químicos y pigmentos: las materias primas con que dar color al mundo. Eran preparados de minerales, insectos, restos de animales y vegetales, someramente troceados a las espera de ser…