“Un día acaeció lo que sigue: El corazón de la Virgen empezó a sentir una especial añoranza de su Hijo; deseaba reunirse cuanto antes con El. Estos vivísimos deseos produjeron en su ánimo tal emoción, que de sus ojos comenzaron a brotar torrentes de lágrimas. Nada podía llenar el vacío que experimentaba en su alma…