Nada como acudir a las fuentes históricas para acercarnos a la vida de los artistas. Lo que escribieron sus coetáneos representa una crucial aportación, no solamente para conocer su trayectoria, sino también para comprender de primera mano cual era la mentalidad y el gusto del tiempo. Entre 1715 y 1724 el pintor Antonio Palomimo publicó El Museo Pictórico y la Escala Óptica, una monumental obra dentro de la cual se encuentra El Parnaso español, pintoresco y laureado. Esta última contiene diversas biografías de varios artistas españoles, por lo que ha sido una herramienta de enorme utilidad para el mejor conocimiento de los “que con sus heroicas obras han ilustrado la nación”, tal como reza el título. Recogemos un extracto del texto dedicado a Bartolomé Esteban Murillo, en el cual Palomino nos ofrece algunos elementos biográficos y nos ilustra sobre el colorido en la pintura, el cual considera una de las claves del éxito del maestro sevillano.

“Pintó entonces aquel célebre claustro del convento de san Francisco, que está junto á la portería, en qual se nota una fuerza de claro, y obscuro, tan diferente de lo que practicó despues, que si no fuera tan notorio ser suyo, apenas habría quien lo conociese. Hízolo todo por el natural, conservando todavia las especies de lo que habia visto, y estudiando. Y aunque algunos autores extranjeros, como Joaquîn de Sandrart, y otro italiano, han dicho, que pasó á las Indias, quando mozo, y despues á Italia, estuvieron mal informados; pues con exâcta diligencia he investigado este punto de sujetos muy ancianos, y de toda excepcion, íntimos suyos, y tal cosa no hubo, si solo la venida Madrid.

Ni es creible que en su patria, ni en los sujetos mas íntimos que le trataron, se ignorase este punto; quando en hombres tan señalados, aun los átomos mas mínimos se observan. Pero quien es cierto que pasó á Indias fue su hijo don Joseph Murillo, sugeto de grande habilidad en la Pintura, y de mayores esperanzas, y hallá murió bien mozo. Ni es tan antiguo nuestro Murillo que se pueda presumir que el trancurso del tiempo halla podido obscurecer esta noticia, pues yo le alcancé cerca de treinta años; y aunque no lo traté, le conocí, y traté mucho sujetos familiares suyos, y que contaban toda la série de sus fortunas.

Y es el caso, que los extrangeros no quieren conceder en esta Arte el laurel de la fama á ningún español sino ha pasado por las aduanas de la Italia, sin advertir que la Italia se ha transferido á España en las estatuas, pinturas eminentes, estampas, y libros; y que el estudio del natural, con estos antecedentes, en todas partes abunda: ademas de los hombres insignes que han venido de allá, y nos han dexado aquí su escuela, y sus obras, desde el tiempo del Señor Felipe Segundo, hasta el presente, junto con los Españoles, que han pasado á Italia, y han venido instruidos de allá.

Despues de la obra de dicho claustro, ó por fuerza de su destino, ó por lisonjear el aplauso popular, dio Murillo en endulzar mas la tinta, y afloxar los obscuros; pero con tan entramado gusto, que en esta parte ninguno de los naturales, ni extrangeros le aventajó. Y así hoy dia, fuera de España, se estima un quadro de Murillo mas que uno de Ticiano, ni de Vandic. Tanto puede a lisonja del colorido para grangear el aura popular! Que verdaderamente los hombres que han logrado los mayores aplausos, no es porque han sido los mayores dibuxantes, que esos logran su merecido crédito en los profesores, sino los que han sobrepujado en el buen gusto del colorido.

Pues no podemos negar que Micael Angel, Rafael, Anibal, y toda la escuela de los Carachels, sin faltarles lo esencial del colorido, dibuxaron mas que Ticiano, Rubens, Vandic, Corezo, y nuestro Murillo; pero en medio de todo, estos se alzaron con el aplauso popular, porque aquella superior excelencia de lo mas acendrado, y trascendental del dibuxo el vulgo no lo penetra. Y como en esto no faltaba en lo substancial; y por otra parte excedían en la belleza atractiva del colorído, arrastraban tras sí el común aplauso del vulgo, que excede incomparablemente á todo el cúmulo de los artífices.”
Extracto de la obra de Antonio Palomino, El parnaso español y la escala óptica, publicado en Madrid en 1724.
Que interesante Barbara! Da gusto leer tus artículos!!! Enhorabuena!!!
Muchísimas gracias Manolo. Un fuerte abrazo.