«A poco tiempo dexó esta Escuela, y siguió la de Francisco Pacheco; persona de singular virtud, y de mucha erudición, e inteligencia en la Pintura: de la qual escribió varios libros, y compuso muy elegantes poesías, siendo celebrado de todos los Escritores de su tiempo.

Era la casa de Pacheco Cárcel dorada del Arte, Academia, y Escuela de los mayores Ingenios de Sevilla. Y assí Diego Velázquez vivía gustoso en el continuo exercicio del dibujo, primer elemento de la Pintura, y puerta principal del Arte. Assí nos lo dice el mismo Pacheco con la sencillez, y llaneza, que acostumbra, y con la verdad de Maestro. Con esta doctrina (dize) se crió mi Yerno Diego Velázquez de Sylva; siendo muchacho, el qual tenía cohechado un Aldeanillo, que le servía de modelo en diversas acciones, y posturas; ya llorando, ya riendo, sin perdonar dificultad alguna. Y hizo por él muchas de carbón, y realze en papel azul, y de otros muchos naturales, con que grangeó la zerteza en el retratar. Inclinóse a Pintar con singularíssimo capricho, i notable genio, animales, aves, pescaderías, y bodegones con la perfecta imitación del natural, con bellos Países y figuras; diferencias de comida, y bebida; frutas, y alhajas pobres, y humildes con tanta valentía, dibujo, y colorido, que parecían naturales, alzándose con esta parte, sin dexar lugar a otro, con que grangeó grande fama, y digna estimación en sus Obras, de las quales no se nos debe pasar en silencio la Pintura, que llaman del Aguador; el qual es un viejo muy mal vestido, y con un sayo vil, y roto, que se le descrubía el pecho, y vientre con las costras, y callos duros, y fuertes: y junto a sí tiene un muchacho a quien da de beber. Y ésta ha sido tan celebrada, que se ha conservado hasta estos tiempos en el Palacio del Buen Retiro.

Otra Pintura hizo de dos pobres comiendo en vna humilde mesilla, en que ay diferentes vasos de barro, naranjas, pan, y otras cosas, todo observado con diligencia estraña. Semejante a ésta es otra de un muchacho mal vestido, con una monterilla en la cabeza, contando dineros sobre una mesa, y con la siniestra mano haziendo la cuenta con los dedos con particular cuidado; y con él está un perro detrás, atisbando unos dentones, y otros pescados, como sardinas, que están sobre la mesa; también ay en ella vna lechuga Romana (que en Madrid llaman cogollos) y un caldero boca abaxo; al lado izquierdo está un basar con dos tablas; en la primera están unos arencones, y una hogaza de pan de Sevilla sobre un paño blanco; en la segunda están dos platos de barro blanco, y una alcuzilla de barro con vidriado verde; y en esta Pintura puso su nombre, aunque ya está muy consumido, y borrado con el tiempo. Igual a ésta es otra, donde se ve un tablero, que sirve de mesa con un alnafe, y encima una olla hirviendo, y tapada con una escudilla, que se ve la lumbre, las llamas, y centellas, un jarro vidriado, un almirez con su mano, y una cabeza de ajos junto a él; y en el muro se divisa colgada de una escarpia una esportilla con un trapo, y otras baratijas; y por guarda de esto un muchacho con una jarra en la mano, y en la cabeza una escofieta, con que represetna con su villaníssimo trage un sugeto muy ridículo, y gracioso.»
Antonio A. Palomino. » La Vida de don Diego Velázquez de Silva». Parnaso pintoresco laureado español. Madrid. 1724.

