Discurso contra los males trajes y adornos lascivos


Diego Velázquez. La infanta Margarita de azul. 1659. Kunsthistorisches museum. Viena.
Diego Velázquez. La infanta Margarita de azul. 1659. Kunsthistorisches museum. Viena.

        «Mas todo esto es sombra o remedo de la penalidad con que viven nuestras españolas con el nuevo traje pomposo, ya, como a porfía y emulación, tan aumentado con nuevos y extraordinarios instrumentos de enaguas almidonadas, polleras, guardainfantes de fuertes y doblados arcos (hasta de hierro, o alambre de gruesos hilos), verdugados con verdugos desde su nacimiento, con que andan pesadas como hechas de tierra. Concurre con esto que a esta anchura exterior descompasada acompañan gran diversidad de cosas a que se les ha dado nombre de faldas o bajos, con que el Demonio (cuyo es este nuevo uso) no ha podido inventar traje más atado y penoso.

Chapines. España. 1580-1620. Victoria & Albert Museum. Londres.
Chapines. España. 1580-1620. Victoria & Albert Museum. Londres.

Mayormente después que, para colmo del martirio que causan estas fastuosas pompas, acordó introducir unos como dedales en los pies en vez de los chapines de asiento ancho y seguro que siempre han corrido, con que hoy andan las mujeres en gran riesgo e igual penalidad, sin poder mandarse como antes, ni acomodarse, sino con gran dificultad, en las iglesias y otros concursos y lugares públicos, siempre cuidadosas de no ser tocadas de la chusma (como el Vidriera de la novela de Cervantes), y, siendo tocadas, en dar luego palmadas o estirones para renovar la anchura ahajada o magullada, imposibilitadas por esta razón de entrar por puertas ordinarias, con el dispendio y perjuicio que en su lugar diremos, y cómo también han quedado inhabilitadas de poder acudir a las ocupaciones caseras dadas a toda suerte de mujeres. Porque el impedimento del nuevo traje, con su gran carga y sobrecarga, de tal suerte predomina en ellas que sólo el andar o poder soltarse, como niños de un año, con tanta ropa y anchuras, y más en chapines propios para muñecas, es una gran hacienda y de suma pena.

Roger de Gaignières. Ensemble de gravures de costumes espagnols du XVIe siècle. 1660.
Roger de Gaignières. Ensemble de gravures de costumes espagnols du XVIe siècle. 1660.

Mayor que la que padecen los aherrojados por delitos; porque, como santa y discretamente dice el gran Padre y Doctor Ambrosio: La cadena pesada de oro al cuello y los chapines ocasionados a caídas y peligros sirven de pena a las mujeres, como si fueran delincuentes.Porque para lo penoso de la carga pesada no hay diferencia alguna en que sea de oro o de hierro, si con uno y otro la cerviz es igualmente oprimida y el impedimento en el andares el mismo. Nada relieva el mayor valor y precio del peso de oro; antes sirve de mayor congoja, por el temor con que viven las mujeres de no perder o que les quiten su pena y carga. Según esto, poco importa que la pena sea irrogada por propia sentencia (como en esto la dan las mujeres contra sí mismas) o por sentencia de otros contra los reos. En que ellas son de peor y más miserable condición, pues aquéllos desean ser relevados de la carga de las prisiones, y ellas, por el contrario, estar siempre a la suya ligadas y sujetas.»

Antonio Carranza. Discurso contra los malos trajes y adornos lascivos. Madrid, 1636.

Texto completo:

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Juan Carreño de Miranda. Doña Inés de Zúñiga, Condesa de Monterrey. Hacia 1660-1670. Museo Lázaro Galdiano. Madrid.
Juan Carreño de Miranda. Doña Inés de Zúñiga, Condesa de Monterrey. Hacia 1660-1670. Museo Lázaro Galdiano. Madrid.

2 Comentarios

  1. Manuel S. dice:

    Muy interesante Barbara!!! Desde luego, los trajecitos eran como para salir corriendo!!!

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