
“Lo que no puedo sufrir, lo que me hace gemir, y patear es vér tantas madres fuertes, y rollizas, con salud para todo, para el excesso en la comida, para sufrir el calor, y el frio en la Comedia, en el balcon, y el passéo y en fin, para pasar la noche entera en el exercicio violento del bayle, que quieren luego hacernos creer les falta salud para criar sus hijos. Mienten. No es la falta de salud: es el vicio: el querer mantener el ayre de Petrimetra: el temer perder el talle, dejando por algún tiempo la Cotilla: el enfado, que sienten de tener que acallar a una criatura, y dispertar tal vez en la noche para darle el pecho; y en fin, es la moda: es la maldita moda la que con mas fuerza influye en tantas crueldades como ocasiona esta práctica horrible, y sanguinaria.

Por moda sufre la madre estàr horas enteras en el Tocador: por moda lleva con paciencia, que la atormenten al peynarla, y la ocasionen con el fuego de los rizos dolores de cabeza, que suelen quedar para enfermedad de toda la vida: por moda està cerrada, y oprimida en una Cotilla, que apenas la deja movimiento; y finalmente, por moda es martyr de un Collar apretado, que le impide la circulacion de la sangre; y casi la ahoga; y por moda tiene puestos grillos a sus pies, que apenas le permiten dar un passo.

En nada de esto se repara: sea contrario à la salud, à la comodidad, y tal vez a la decencia, por todo se passa, como sea dictado por la moda; pero si ésta no prescribe las leyes, aunque, aunque se salte à la humanidad, à la razon, ò à los interiores remordimientos de la conciencia, nada se hace. La conciencia, la razon, y la humanidad reclamaràn en vano sus derechos. ¿No quiere la moda, que se tenga amor a los hijos? Se miran como advenedizos, y arrojados de su casa paterna: empiezan su vida por un destierro. La moda prohíbe que las damas melindrosas echen à perder su preciosa hermosura, alimentando el fruto, que han traido en sus entrañas; y estas massas de tierra, y de tierra vil, y despreciable, la obedecen, sacrificando al ídolo de una belleza passagera que temen desmejorar, las leyes mas sagradas de la humanidad, y entregando el precioso deposito, que les ha confiado la naturaleza, en manos de una madre adoptiva, poco menos cruèl, que la que le diò el sér. Se le visita tal vez por ceremonia , y lo mas frecuente por tener un dia de diversion en el campo. De lo demás nos se cuida. Tratesele, ò no con negligencia, todo es igual. Llegue en hora buena à morir la criatura, como no tenga rota una pierna, un brazo, ò la cabeza, la ama queda disculpada, y la madre se consuela, sin entrar en un examen, que aunque no le resucitase su hijo, podría, y debería servirle de aviso para lo sucesivo. ¡Funesto imperio de la moda! ¡Quántos males, quántos horrores haces sufrir al Genero Humano! ¿Madres incautas, hasta quándo estaréis sujetas à esta tyrana, que à pesar de vuestra constitucion dulce, y benigna os ha endurecido los corazones?”


José Clavijo y Fajardo. El pensador. Imprenta de Joaquín Ybarra. Madrid. 1762. pp. 25-29.
Petimetre: Persona que se preocupa mucho por su compostura y por seguir las modas.
Cotilla: Corpiño emballenado.
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