“En tanto Mazarino vivió, Luis XIV le dejó gobernar. El joven rey asistía al Consejo, pero no tomaba las decisiones y se creía que nunca se interesaría en los negocios. El día de la muerte de Mazarino (1661), Luis XIV reunió a los ministros. Manifestóles «que había resuelto ser su primer ministro», y les prohibió firmar nada sin haber recibido orden suya. Al día siguiente, el arzobispo de Rohan, que estaba encargado de lo relativo al clero, le preguntó: «Ahora que el cardenal ha muerto, ¿a quién quiere Su Majestad que me dirija en adelante?» — «A mí», respondió el rey.

Luis XIV tenía entonces veintidós años. Era de mediana estatura, vigoroso, bien proporcionado, de rostro regular, que cada vez se hizo más majestuoso, la nariz larga, los ojos castaños, el labio un poco saliente, el perfil muy marcado. Tenía maneras solemnes que producían gran impresión, y no reía casi. Cuidaba de sus gestos y de sus palabras, y raras veces se le vio encolerizado. Era siempre reservado y fino, sobre todo con las mujeres. Escuchaba y hablaba poco. Cuando se le hacía una pregunta imprevista, respondía: «Veré».

No era malo, y le ocurrió llorar cuando la reina estaba enferma. Pero como vivió rodeado de adoración, acabó por no querer en realidad más que a él mismo. Tomó la costumbre de no molestarse por nada. Cuando habla resuelto que las damas le acompañasen en su carroza, las obligaba a ir, aun cuando estuvieran enfermas. Se habla casado con María Teresa, infanta de España, mujer dulce, fea y poco inteligente, que no le interesaba gran cosa.


Tuvo sucesivamente varias favoritas, algunas de las cuales fueron célebres. La primera fue una muchacha rubia, de ojos azules, Mlle. de la Vallière, dama de honor de su cuñada. Amó apasionadamente al joven rey, y acabó por retirarse a un convento de Carmelitas. Luis XIV la abandonó por la marquesa de Montespan, bella, espiritual y mala, que gozó de favor mucho tiempo. En 1684 despidió a Mme. de Montespan y se casó en secreto con la viuda del poeta Scarron, a la que hizo marquesa de Maintenon.


Luis XIV no era aficionado a los ejercicios corporales ni a los viajes, y raras veces se presentó en el ejército. Llevaba vida sedentaria, no haciendo casi más ejercicio que cazar. Montaba pocas veces a caballo, y se paseaba sobre todo en carroza. No vistió jamás uniforme militar. Usaba traje de Corte, con peluca larga y bastón.”
Charles Seignobos. Monarquía absoluta de Luis XIV. Capítulo 14.

Gracias, Bárbara. Me gusta mucho la historia del Rey Sol.
Saludos
Gracias a usted. A mi también me interesa mucho. Un cordial saludo.
Bárbara, me encanto este artículo y las bellas pinturas, muchas gracias por tu especial dedicación para que podamos aprender y disfrutar.
La vida de Luis XIV es para mí toda una historia, el glamour, la etiqueta, las mujeres hermosas con vestidos elegantes, hombres galantes de regias maneras, pero todos sometidos en su corte, encerrados en sus cuentos, sus intrigas, sus deslices. Pero que bella época y por eso genera tanta pasión.
La fea y poco inteligente, aunque dulce, María Teresa de Austria es la responsable genealógica de la presencia de la Casa de Borbón en España más de tres siglos después, cuando hace más de doscientos años que no reina en Francia la descendencia de Luis XIV. Por otra parte, aguantar a ese señor debía de ser una de esas cosas que llevan a cualquiera directamente al cielo.