La llegada de los Borbones al trono español en la persona de Felipe V trajo consigo una serie de cambios sociales de todo tipo. Uno de los más visibles fue la manera de vestir, que se vio sustancialmente modificada. El atuendo masculino que se denominó en España “a la francesa”, “a la moda” o “a lo militar” constaba básicamente de tres piezas: casaca (justacorps), chupa (veste) y calzones (culotte). Su origen se remontaba al uniforme utilizado por las tropas de Luis XIV. El rey Sol se sintió cómodo con el atuendo que usaban sus militares y decidió trasladarlo a la vida civil. Anteriormente la corte francesa había usado un traje excesivamente recargado y pomposo, originario de los Países Bajos. El llamado “rhingrave” era un atuendo masculino blanco y negro (lino y paño negro).De ahí pasó a Francia donde se llenó de colorido complicándose hasta extremos inverosímiles. La escena del encuentro de los séquitos español y francés en la isla de los Faisanes es muy elocuente para comprender el grado de extravagancia al que se había llegado en Francia, con el rey y su familia a la cabeza.



De dentro a fuera y de arriba abajo el europeo del siglo XVIII vestía las siguientes prendas: en primer lugar, camisa blanca de lino. Este material podía ser más o menos fino, según la capacidad adquisitiva de cada cual. En Francia y Holanda se fabricaban de magnífica calidad que eran muy apreciados en todo el continente, por ejemplo el cambrai (de hilo muy fino, tomó ese nombre de la ciudad francesa de Cambrai) y la holandilla u holanda (fina y blanqueada). Algunos tejidos se fabricaban mezclando hilo y algodón como la crea, un material muy común para la confección de camisas. Es preciso recalcar que el uso masivo del algodón no llega hasta finales del siglo XVIII. Las camisas más elegantes llevaban cuellos y puños de encaje, estos últimos asomaban por las mangas de la casaca.

La chupa era una chaqueta normalmente sin mangas y cerrada con botones que llegaba a medio muslo. Encima se usaba la casaca, cuyos amplios faldones se prolongaban hasta debajo de las rodillas. La casaca se llevaba desabrochada a pesar de ir cuajada de botones de arriba abajo, estos ejercían una función puramente ornamental. Las mangas llegaban al codo y terminaban en amplias vueltas. En España la casaca también se llamó chamberga por el atuendo que lucía el Cuerpo Real de Madrid, creado por Mariana de Austria. Este cuerpo pasó a denominarse el ejército de la chamberga o chambergos en clara alusión a su uniforme. Conforme fue avanzando el siglo las mangas se pegaron al brazo, aunque se siguieron adornando con puños.

Los calzones se ajustaban al talle sin precisar cinturón o tirantes y se cerraban encima de las rodillas por medio de botones. El resto de la pierna se cubría con medias de seda, que se enrollaban sobre las rodillas, pero a partir de 1735 las medias ya se llevaban por debajo de los calzones, que se cerraban en ocasiones por medio de una hebilla decorada. La corbata era el adorno del cuello, y al igual que la camisa, también blanca. Esta pieza consistía en una especie de pañuelo anudado al cuello que caía por delante hasta la mitad del cuerpo. Su origen se remonta a un tipo de cuello usado por los soldados croatas que lucharon en las filas de Luis XIII. Hacia 1650 la corbata estaba implantada en Francia.


En cuanto al calzado, los zapatos tenían tacón y grandes hebillas. Luis XIV puso de moda los zapatos de tacón rojo con ricas hebillas. Por si tanto acicalamiento fuera poco, es el momento de las grandes pelucas, las cabezas masculinas se asemejaban a melenas de leones. Paulatinamente las pelucas fueron más pequeñas, muchas veces terminado en una trenza por la espalda. Para rematar tan flamante atuendo el caballero portaba espada o espadín, un elemento básico durante todo el siglo XVIII. En cuanto al colorido, el varón se equipara a la mujer en el uso de tonos alegres y vistosos. La nueva indumentaria masculina usa tejidos similares a la femenina con la misma sofisticación y riqueza, lo que supuso un desembolso considerable con respecto a los usos antiguos. Llegados al siglo XIX, el hombre necesitó un atuendo más cómodo y funcional que se adecuara a las nuevas necesidades, por lo que se enfundó en un traje oscuro, que con sus consiguientes variantes ha llegado al siglo XXI, aunque eso es otra historia.

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Muchas gracias May. Un fuerte abrazo.