El traje masculino “a la francesa”


          La llegada de los Borbones al trono español en la persona de Felipe V trajo consigo una serie de cambios sociales, siendo  la manera de vestir uno de los más rápidamente visibles. La moda se vio sustancialmente  modificada con respecto a la que había imperado durante la dinastía de los Austrias, no solamente en cuanto a las prendas en sí mismas, sino al colorido y la ornamentación. Se implantó, en definitiva, una nueva estética. El atuendo masculino que, en España se denominó “a la francesa”, “a la moda” o “a lo militar”, constaba básicamente de tres piezas: casaca (justacorps), chupa (veste) y calzones (culotte). Su origen se remontaba al uniforme utilizado por el ejército francés, que fue trasladado a la indumentaria civil por Luis XIV.

Jean Ranc. La familia de Felipe V. 1723. Museo Nacional del Prado. Madrid.
Jean Ranc. La familia de Felipe V. 1723. Museo Nacional del Prado. Madrid.

          Anteriormente, la corte francesa había usado por un breve espacio de tiempo el rhingrave, un traje originario de los Países Bajos bastante pomposo, que se complicó hasta extremos inverosímiles. La escena del encuentro de Luis XIV y Felipe IV en la isla de los Faisanes en 1660 es muy elocuente en este sentido  para comprender el grado de extravagancia  que se alcanzó en Francia, con el monarca a la cabeza.

Gerard Terborch. Hombre de pie.1645
Gerard Terborch. Retrato de un hombre joven. Hacia 1663. National Gallery. Londres
Jan van Noordt. Retrato de un niño. 1665. Museo de Bellas Artes. Lyon.
Jan van Noordt. Retrato de un niño. 1665. Museo de Bellas Artes. Lyon.
Jacques Laumosnier. La entrevista de Luis XIV y Felipe IV en la isla de los Faisanes.1660.Museo de Tessé. Le Mans. Encuentro de los séquitos español y francés en la isla de los Faisanes con motivo del matrimonio entre Luis XIV y la infanta María Teresa de Austria.
Jacques Laumosnier. La entrevista de Luis XIV y Felipe IV en la isla de los Faisanes. 1660. Museo de Tessé. Le Mans. El encuentro de los séquitos español y francés en la isla de los Faisanes tuvo lugar con motivo de la firma de la Paz de los Pirineos y del matrimonio entre Luis XIV y la infanta María Teresa de Austria, ambos primos hermanos por partida doble.

          De dentro a fuera y de arriba abajo, el europeo del siglo XVIII vestía las siguientes prendas: en primer lugar, camisa blanca de lino. Este material podía ser más o menos fino, según la capacidad adquisitiva de cada cual. En Francia y Holanda se fabricaban de magnífica calidad, siendo muy apreciados en todo el continente, por ejemplo el cambrai (hilo muy fino, que tomó ese nombre de la ciudad francesa de Cambrai) y la holandilla u holanda (fina y blanqueada). Algunos tejidos se fabricaban mezclando hilo y algodón como la crea, un material muy común para la confección de camisas. Es preciso recalcar que el uso masivo del algodón no se produjo hasta finales del siglo XVIII, con la llegada y difusión de esta hilatura desde el Nuevo Mundo. Las camisas más elegantes llevaban cuellos y puños de encaje, asomando estos últimos por las mangas de la casaca.

Nicolas de Largilliere. Luis XIV y su familia. 1710. Wallace Collection. Londres.
Nicolas de Largilliere. Luis XIV y su familia. 1710. Wallace Collection. Londres.

          La chupa era una chaqueta normalmente sin mangas y cerrada con botones que llegaba a medio muslo. Encima se usaba la casaca, cuyos amplios faldones se prolongaban hasta debajo de las rodillas. Se llevaba desabrochada a pesar de ir cuajada de botones de arriba abajo, con una función puramente ornamental. Las mangas llegaban al codo y terminaban en amplias vueltas. En España la casaca también se llamó chamberga por el atuendo que lucía el Regimiento de la Guarda del Rey, creado por Mariana de Austria en 1669. Este cuerpo pasó a denominarse  el ejército de la chamberga o chambergos en clara alusión a su uniforme. Conforme  fue avanzando el siglo XVIII las mangas de la casaca se pegaron  al brazo, aunque se siguieron adornando los puños.

Anton Rafael Mengs. Gabriel de Borbón y Sajonia, infante de España. 1767. Museo del Prado. Madrid.
Anton Rafael Mengs. Gabriel de Borbón y Sajonia, infante de España. 1767. Museo Nacional del Prado. Madrid.

          Los calzones se ajustaban al talle sin precisar cinturón o tirantes y se cerraban encima de las rodillas por medio de botones. El resto de la pierna se cubría con medias (las de seda eran obligatorias en el atuendo de un caballero elegante), que se enrollaban sobre las rodillas. Pero a partir de 1735 las medias ya se llevaban por debajo de los calzones, que se cerraban en ocasiones por medio de una hebilla decorada. La corbata era el adorno del cuello y, al igual que la camisa, también era blanca. Esta pieza consistía en una especie de pañuelo anudado al cuello que caía por delante hasta la mitad del cuerpo. Su origen se remonta a un tipo de cuello usado por los soldados croatas que lucharon en las filas de Luis XIII. Hacia 1650 la corbata estaba implantada en Francia.

Alain Corneau.Todas las mañanas del mundo. 1991. En este fotograma podemos apreciar la silueta de la corbata en la segunda mitad del siglo XVII.
Alain Corneau. Todas las mañanas del mundo. 1991. En este fotograma podemos apreciar la silueta de la corbata en la segunda mitad del siglo  XVII.
Milos forman. Valmont. 1989. En este detalle se aprecia la forma de lucir las corbatas en el siglo XVIII: un pañuelo blanco anudado al cuello y guarnecido de encajes que caía sobre el pecho.
Milos forman. Valmont. 1989. En esta escena entre el vizconde de Valmont y la pérfida marquesa de Merteuil se aprecia claramente la forma de la corbata en pleno siglo XVIII: un pañuelo blanco anudado al cuello y guarnecido de encajes que caía sobre el pecho.

          En cuanto al calzado, los zapatos tenían tacón y grandes hebillas. Luis XIV puso de moda los zapatos de tacón rojo con ricas hebillas. Pero por si tanto acicalamiento fuera poco, es el momento de las grandes pelucas. Las cabezas masculinas se asemejaban a melenas de leones, aunque algo más ordenadas. Paulatinamente las pelucas fueron más pequeñas, muchas veces terminado en una coleta o  trenza por la espalda. Para rematar tan flamante atuendo el caballero portaba espada o espadín, un elemento  básico durante todo el siglo XVIII. En cuanto al colorido, el varón se equipara a la mujer en el uso de tonos alegres y vistosos. La nueva indumentaria masculina usaba tejidos similares a la femenina con la misma sofisticación y riqueza, lo que supuso un desembolso considerable con respecto a los usos antiguos. Llegados al siglo XIX, el hombre necesitó un atuendo más cómodo y funcional que se adecuara a las nuevas necesidades, por lo que se enfundó en un traje oscuro que, con sus consiguientes variantes, ha llegado al siglo XXI, aunque eso  ya es otra historia.

Antonio María Esquivel.Los poetas contemporáneos. 1846. Una lectura de Zorrilla en el estudio del pintor. Museo Nacional del Prado. Madrid.
Antonio María Esquivel. Los poetas contemporáneos. Una lectura de Zorrilla en el estudio del pintor. 1846. Museo Nacional del Prado. Madrid.

5 Comentarios

  1. May dice:

    Interesantísimo!!!!!!😘😘👏🏼👏🏼👏🏼👏🏼

    1. Bárbara dice:

      Muchas gracias May. Un fuerte abrazo.

  2. Jose Luis Iparraguirre dice:

    Estimada Barbara,
    Para una novela que estoy escribiendo, quisiera pedirte si pudieras describir lo que luce el médico vienés Paul Sorbait a fines del siglo XVII en el retrato que aparece por la mitad de esta página:https://magazin.wienmuseum.at/die-pest-in-wien-1679
    (Es el retrato con leyendas en latín en el marco del caballero con bigote fino y larga peluca).
    No pude encontrar datos sobre el cuello o corbata que luce, ni tampoco esa especie de mantilla corta.
    Muchas gracias,
    Jose Luis

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