Richard Ford, un viajero inglés en la España del Romanticismo


          “Richard Ford, futuro autor del Hand-Book for Travellers in Spain, pisó por primera vez la Península el 29 de octubre de 1830. Necesitaron veinte días de navegación a bordo del H. M. Brig Guardian para ir desde Plymouth a Gibraltar, ya que encontraron mal tiempo y algunas tormentas.

          Ford, junto a su esposa Harriet, sus tres hijos pequeños y tres sirvientas, estuvieron “tan confortables como se lo permitió la mísera naturaleza del barco”, pero todos ellos “se alegraron verdaderamente de desembarcar en la Roca”, como más tarde describiría a su amigo Addington en Madrid. La travesía podría haber sido más rápida si hubieran navegado en un barco de vapor, pero Ford se sintió más a gusto poniéndose en manos de un conocido, el capitán William Shirreff, recientemente nombrado Port Admiral en Gibraltar, donde fueron huéspedes del general Sir George Don, el gobernador, cuya esposa era una vieja amiga de la madre de Ford. Desde Gibraltar navegaron hasta Cádiz, permaneciendo en la ciudad poco tiempo, quizá en la “Posada Inglesa” de Walls.

Richard Ford. Carmona desde el barrio de San Pedro. 1830. Sevilla.
Richard Ford. Carmona desde el barrio de San Pedro. 1830. Sevilla.

          El 19 de noviembre, el grupo embarcó en un humeante barco de vapor de ruedas con paletas, construido en Inglaterra y botado poco antes en el Guadalquivir, que agitaba las turbias aguas del río hasta Sevilla, a lo largo de un poco pintoresco paisaje de lagunas salobres y dunas de arena, hasta atracar cerca de la Torre del Oro, “dorada a la puesta del sol”.

Richard Ford. Vista interior de la Puerta del Sol. 1831. Sevilla.
Richard Ford. Vista interior de la Puerta del Sol. 1831. Sevilla.

          No mucho  después, la familia se alojaba en el número 11 de la Plazuela de San Isidoro, una propiedad perteneciente a Hall Standish, que seguiría siendo su base durante todo el invierno. Ford había sido presentado a Standish por el Vicecónsul, Julian Benjamin Williams, quien había sido sumamente hospitalario y tenía muchas “informaciones sobre arte”. Llevaba viviendo en Sevilla desde 1818.

          (…) Los primeros seis meses de Ford en España transcurrieron en Sevilla. Después de haber vivido en Londres, hizo falta algún tiempo para acostumbrarse a este cambio de escenario. Había que aprender la lengua; y había que comprarse ropa nueva, al menos para vestirse como todos los demás ya que, en caso contrario, serían “mirados e importunados por los mendigos, cuyo blanco eran especialmente los extranjeros”.

Richard Ford. Iglesia del monasterio de Santa Paula. 1830. Sevilla.
Richard Ford. Iglesia del monasterio de Santa Paula. 1830. Sevilla.

          Ford, cuaderno de notas o de dibujo en mano, emplearía muchas y felices horas vagando por la ciudad, estudiando su arte y su arquitectura, a veces escogiendo algún tesoro para sí mismo, como una pintura, o escudriñando las estanterías de los libreros en su búsqueda de viejos libros españoles. En cuanto a fuentes impresas se refiere, solo se puede especular hasta qué punto podría haber conocido,  o haber leído, muchos libros de historia o de viajes por España antes de residir en ella. Es posible que hubiera algunos en la biblioteca de su suegro en Cassiobury. Con mayor seguridad, fue a su vuelta de España cuando empezó a comprar profusamente lo que, junto con aquellos libros previamente adquiridos –numerosos volúmenes raros entre ellos–, se convertiría luego en una impresionante colección

Richard Ford. Puerta de la Carne de Sevilla. 1831. A la derecha aparece la Casa Grande de San Agustín.
Richard Ford. Puerta de la Carne de Sevilla. 1831. A la derecha aparece la Casa Grande de San Agustín.

          Entre ellos habría también muchos escritos por contemporáneos. Naturalmente, su biblioteca sería para él de un valor incalculable más tarde, cuando estaba escribiendo su Hand-Book. Aparte de algunas de naturaleza puramente histórica, la biblioteca incluía publicaciones de autoridades como Antonio Ponz, Juan Agustín Ceán Bermúdez, Isidoro Bosarte y Sebastián Miñano, mientras que entre los libros adquiridos en una fecha más tardía se encuentra la compilación de Pascual Madoz (a la que recurrió cuando trabajaba en la tercera edición del HandBook), por citar solamente unos cuantos. De las más tempranas descripciones del país en inglés, las de Edward Clarke, Francis Carter, Henry Swinburne y Joseph Townsend pertenecieron a su colección, mientras que también fueron notables, entre otras, las de Christian August Fischer, Jean-François Bourgoing y Jean-François Peyron. La última, en opinión de Ford, es “un admirable trabajo; y con mucho, es la más correcta, bonita y meditada de las que hayan surgido de la pluma o de la imprenta en Francia”

Richard Ford. Casa de Murillo. 1831.
Richard Ford. Casa de Murillo. 1831.

          Ford visitaría el olivar de Don Julián Williams en Alcalá de Guadaíra, o bien irían a cazar juntos, en una excursión realizada al Coto del Rey. Las semanas transcurrían muy agradablemente. Algunas ocupaciones poco usuales, como leer o escribir, asombraban a los nativos, bastante predispuestos a creer que los forasteros habían llegado de la luna.

Richard Ford. Puerta de Triana. 1830. Sevilla.
Richard Ford. Puerta de Triana. 1830. Sevilla.

Los Ford tuvieron que habituarse a las costumbres españolas, como cenar tarde, y también asimilar sus reglas sociales; pero una vez hecho esto, cuando los españoles veían a un hombre inglés comportándose como ellos mismos, cosa que no se esperaban, su reacción era: “He tratado con el Inglés; es tan formal y cumplido como nosotros”.

Ian Robertson. “Viajes de Ford por España”. Richard Ford. Viajes por España (1830-1833). Edición a cargo de Francisco Javier Rodríguez Barberán. Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Madrid. 2014. pp. 74-84.