Abdicaciones en la historia de España


El 2 de junio de 2014 comenzó una nueva etapa en la historia de España. Juan Carlos I abdicó después de treinta y nueve años ostentando la Corona. En un discurso televisado, el rey sentado en su mesa de despacho, hizo un breve balance de su trayectoria: “ En mi proclamación como Rey, hace ya cerca de cuatro décadas, asumí el firme compromiso de servir a los intereses generales de España, con el afán de que llegaran a ser los ciudadanos los protagonistas de su propio destino y nuestra nación una democracia moderna, plenamente integrada en Europa…Mi única ambición ha sido y seguirá siendo siempre contribuir a lograr el bienestar y el progreso en libertad de todos los españoles…Quiero lo mejor para España, a la que he dedicado mi vida entera y a cuyo servicio he puesto todas mis capacidades, mi ilusión y mi trabajo”.

Juan Carlos I.
Juan Carlos I.

Hace casi un siglo, más concretamente el 14 de abril de 1931, el rey Alfonso XIII renunciaba al trono por medio de la siguiente carta: “Las elecciones celebradas el domingo, me revelan claramente que no tengo el amor de mi pueblo. Mi conciencia me dice que ese desvío no será definitivo, porque procuré siempre servir a España, puesto el único afán en el interés público hasta en las más críticas coyunturas. Un Rey puede equivocarse y sin duda erré yo alguna vez, pero sé bien que nuestra patria se mostró siempre generosa ante las culpas sin malicia. Soy el Rey de todos los españoles y también un español. Hallaría medios sobrados para mantener mis regias prerrogativas en eficaz forcejeo contra los que las combaten; pero resueltamente quiero apartarme de cuanto sea lanzar a un compatriota contra otro, en fratricida guerra civil. No renuncio a ninguno de mis derechos, porque más que míos son depósitos acumulados por la Historia de cuya custodia me han de pedir un día cuenta rigurosa. Espero conocer la auténtica expresión de la conciencia colectiva. Mientras habla la nación suspendo deliberadamente el ejercicio del Poder Real reconociéndola como única señora de sus destinos. También quiero cumplir ahora el deber que me dicta el amor de la Patria. Pido a Dios que también como yo lo sientan y lo cumplan todos los españoles.” Alfonso XIII abdicó a favor de su hijo  don Juan en 1941.

Alfonso XIII.
Alfonso XIII.

La abdicación más célebre de nuestra historia fue la de Carlos V. El César pronunció su último discurso en público en Bruselas en 1555, en francés y ayudándose de un pequeño apunte que llevaba en la mano. Su madre, la reina Juana la Loca, había muerto hacía poco olvidada por todos en su destierro de Tordesillas. En su alocución el emperador habló de sus aciertos y errores y de sus largos viajes por Europa. El rey estaba fatigado, enfermo y deseaba ya el reposo de cuerpo y alma: “La mitad del tiempo tuve grandes y peligrosas guerras, de las cuales puedo decir con verdad que las hice más por fuerza y contra mi voluntad que buscándolas ni dando ocasión para ellas.”

Tiziano Vecellio. Retrato de Carlos V sentado. 1548. Alte Pinakothek. Munich.
Tiziano Vecellio. Retrato de Carlos V sentado. 1548. Alte Pinakothek. Munich.

Aún así Carlos V expresó su pena afirmando: “Digo que ninguno de estos trabajos me fue más penoso no afligió tanto mi espíritu como el que agora siento al dejaros…Se que para gobernar y administrar estos Estados y los demás que Dios me dio ya no tengo fuerzas, y que las pocas que han quedado se han de acabar presto…” En efecto, su reinado fue todo menos reposado: “Y porque ya en este tiempo me siento tan cansado, que no os puedo ser de ningún provecho”. Carlos V abdicaba y se retiraba a un monasterio en mitad de ninguna parte acompañado por sus dos hermanas Leonor y María, algo absolutamente insólito. Karl Bradi en su biografía sobre el emperador afirma: “¿Cuándo ha ocurrido en la historia de la humanidad que toda una generación se retire voluntariamente del poder? ¡Y de qué modo! También así el siglo del gran Renacimiento marcó su sello, con esta impresionante escena propia de la gran historia mundial.” Leonor había sido reina consorte de Portugal y de Francia, mientras que María lo fue de Bohemia y Hungría. Los tres hermanos fallecieron en 1558.

Monasterio de Yuste.
Monasterio de Yuste.

Abandonar las glorias del mundo por decisión propia es algo poco común, el poder ejerce sobre el ser humano una atracción irrefrenable y es rara la persona que teniéndolo de por vida lo deja en pleno uso de sus facultades. Tendrían que pasar casi dos siglos para que se produjera otra abdicación en España. El protagonista esta vez fue Felipe V, primer rey de la dinastía de los Borbones en nuestro país. Felipe guarda varios paralelismos con su antepasado Carlos de Habsburgo, ambos eran extranjeros, llegaron muy jóvenes a España desconociendo el castellano y los dos abdicaron aunque con distinto resultado. La renuncia Felipe V se produjo por sorpresa en 1724, aunque  para su desgracia, apenas duró unos meses ya que su hijo Luis I falleció prematuramente a causa de la viruela.

Louis Michel Van Loo. Felipe V. 1739. Museo del Prado. Madrid.
Louis Michel Van Loo. Felipe V. 1739. Museo del Prado. Madrid.

Felipe de Borbón era melancólico, sufría severos estados depresivos que le postraban en cama durante días. Un hombre muy devoto con un profundo temor de Dios, pero no se retiró a un convento como su insigne antepasado sino al palacio de la Granja, un pequeño Versalles que se había construido en Segovia. Su deseo de renunciar fue infructuoso ya que volvió a ser rey de España hasta su muerte en 1746 (el reinado mas largo de nuestra historia). Felipe no se fue solo a su palacio, tenía mujer y varios hijos. Isabel de Farnesio no estaba en absoluto de acuerdo con la abdicación y menos con la vida retirada aunque tuvo suerte porque tal tormento no duró mucho. Como esposa y reina estaba obligada a obedecer y seguir a su marido. Después de casi trescientos años un nuevo Felipe de Borbón ha ocupado la Jefatura del Estado, la historia se escribe día a día pero para sacar conclusiones siempre es necesaria una distancia adecuada que nos permita hacer una lectura lo más objetiva y certera posible.