El dandi


Beau Brummell. Londres.
George “Beau” Brummel. Londres.

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          A finales del siglo XVIII Inglaterra se  convirtió  en el epicentro de la moda masculina. Los británicos buscaban una elegancia menos envarada y más funcional que permitiera la práctica de deportes y la vida al aire libre. El país prosperó extraordinariamente a lo largo de dicha centuria creando un imperio a raíz del comercio, el nivel de vida subió y una pujante clase media comenzó a consumir. Los sastres ingleses se hicieron depositarios de una merecida fama debido al ajuste impecable de las prendas,  la perfección del corte y el  esmero en los detalles. Londres ya contaba con más de doscientos comercios dedicados al negocio textil ya fueran sastrerías o mercerías.

Jacques-Louis David. Pierre Seriziat. 1795. Museo del Louvre. París.
Jacques-Louis David. Pierre Seriziat. 1795. Museo del Louvre. París.

          Tras la Revolución Francesa la sociedad sufrió una profunda transformación que afectó de lleno a la manera de vestir. Ahora todos los hombres eran iguales ante la ley, pero no se puede obviar que siempre existe un afán de diferenciación. Esta virtud puede ser innata o aprendida y no estriba en el origen de la persona ni en su fortuna, es algo más sutil. En este preciso momento surgió un nuevo arquetipo, el dandi. El diccionario de la Real Academia lo define como: “Hombre que se distingue por su extremada elegancia y buen tono”. Este tipo masculino apareció  en la década de 1790, en Londres y París. George “Beau” Brummell (1778-1840)  representó el perfil por excelencia ya que su  manera de vestir buscaba la perfección mientras que su estética huía de los preceptos de la nueva burguesía.

Thomas Lawrence. David Lyon. Hacia 1825. Museo Nacional Thyssen-Bornemisza. Madrid.
Thomas Lawrence. David Lyon. Hacia 1825. Museo Nacional Thyssen-Bornemisza. Madrid.

          El dandi no debía llevar a cabo ninguna proeza para ser el centro de atención, ya que en su misma presencia residía su rotundo éxito. Su aspecto se  caracterizaba por un impecable aseo personal, inmaculadas camisas con cuellos altos,  corbatas con nudos perfectos y abrigos oscuros. Brummell abandonó la peluca y se cortó el pelo a la manera de la antigua Roma denominada “a lo Brutus”. Los pantalones debían quedar con un guante, reservando los colores claros para el día y  los oscuros para la noche. A principios  del siglo XIX, Brummel se desvinculó de tendencias exageradas y anunció la regla de oro que todavía se aplica hoy en día: el signo de una persona elegante es aquel que no llama la atención. El joven aconsejó  al mismo príncipe de Gales (del que fue amigo personal), futuro Jorge IV, la siguiente premisa: “Atar una corbata blanca en un arco debe ser el punto culminante de la vida cotidiana”. El dandismo surgió como una ola de inconformismo ante la mediocridad y vulgaridad burguesas, ya que consideraba el racionalismo y el materialismo algo completamente opuesto a la sensibilidad artística. Esta imagen masculina presidida por la pulcritud y elegancia tuvo una importancia clave en la sociedad europea a lo largo de todo el siglo XIX.

Robert Dighton. George “Beau” Brummel. 1805.
Robert Dighton. George “Beau” Brummel. 1805.

8 Comentarios

  1. dagliesh dice:

    Esplendida!!!!!!

    1. Bárbara dice:

      Muchas gracias. Inglaterra es un referente en cuanto a indumentaria masculina se refiere. Un abrazo.

  2. Bárbara dice:

    Muchas gracias.

  3. Manuel S. dice:

    Muy curioso!! no tenía ni idea!!!

    1. Bárbara dice:

      Verdaderamente es muy interesante que esta tendencia la comenzará un burgués. Gracias por tu comentario y un abrazo.

  4. Rafael Agredano dice:

    Muy buen artículo y como bueno sabe a poco.

    1. Bárbara dice:

      Es un artículo corto ya que ha sido publicado en prensa y por tanto, tiene el espacio limitado. Es un asunto interesante del que trataré de conocer más detalles en el futuro. Gracias por tu comentario y saludos cordiales.

  5. May dice:

    Que interesante Barbara! Muchas gracias.

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