«La moda es la más inconstante de las fingidas divinidades, pero es la que tiene más adoradores. Su imperio se estiende por do quiera, y hay cierta especie de de sabiduría en no ir contra ella. Tan grande es su poder, dice un proverbio, que el hombre sabio es el primero en seguir la moda, y el último en dejarla. Hace un siglo que se quejaban todos de la inconstancia de la moda, hace dos que existía la misma queja, y en el venidero seguirá sin duda ninguna. Cuéntase que un loco corría las calles de la capital con una pieza de paño al hombro, y le preguntaron que quería hacer con ella. Aguardo, contestó, á la última moda para no perder la hechura de mi vestido. En el día podía estar corriendo este hombre hasta la extremidad del mundo.

El hombre juicioso sigue la moda sin afectación, y procura que se advierta mas bien, en su moda de vestir un buen gusto, que lo que se llama última moda. Cuando se advierte á un joven lo caprichoso de su modo de vestir, no tiene otra respuesta que dar sino que es moda. En nuestra opinión, es la mas ridícula que pueda darse, no porque se haya de desdeñar la moda, sino porque se debe seguir sin hacerse notable. Un hombre de sociedad se presenta siempre de moda que á nadie le ocurra hacerle semejante observación. Se cree que la moda es caprichosa é infundada, y es un engaño; siempre es muy juiciosa para aquellos que la inventan y que tienen habilidad para hacer que se adopte. Algunas veces ha sido recuerdo de una acción brillante.

Sígase pues la moda; pero como quien sabe sacrificarla cuando no conviene. No la inventéis jamás, aunque hay jóvenes que procuran esta preeminencia, si puede darse semejante nombre á un cosa tan futil. Acordaos siempre que el objeto de nuestros deseos ha de ser mas sólido, cual es el de una reputación conveniente a la dignidad del hombre; y que invente la moda el que no tenga otros medios de distinguirse.

(…) Tiempo ha habido en que las clases de la sociedad se distinguían por el vestido; pero como este tiempo ha pasado, ya no tanto distinguen á los individuos los trages, como la instruccion, la educacion, el ingenio y los talentos acompañados de las gracias y la elegancia; de modo que aunque los vestidos sean iguales, el modo de llevarlos da á reconocer las personas á la primera ojeada de un hombre de mundo que conoce cuando previene á favor de cada uno el garbo y el aseo en el modo de vestirse.»

Mariano de Rementería y Fica. El Hombre fino al gusto del dia, ó, Manual completo de urbanidad, cortesía y buen tono. Madrid, Imprenta de Moreno, 1829, pp. 76-78.
Qué pena que no haya una editorial que reedite todos los libros que citas y tú fueras la directora de la colección.
Muchas gracias Rafael. Me alegra que te gusten los textos que selecciono. Un saludo.