Cartas de amor de hombres a mujeres


 De Enrique VIII a Ana Bolena:

          “Meditando acerca del contenido de vuestras últimas cartas, me veo acosado por mil pensamientos torturadores y sin saber a qué atenerme, ya que en unas frases creo descubrir una satisfacción y en otras todo lo contrario. Yo os ruego encarecidamente me digáis cuáles son vuestras intenciones respecto del amor que existe entre los dos.

Necesito a toda costa una respuesta, ya que llevo un año herido por el dardo de vuestro cariño y sin tener aún la seguridad de si hallaré o dejaré de hallar un lugar en vuestro corazón y afecto.

Esta incertidumbre me ha privado últimamente del placer de llamaros dueña mía, ya que no me profesáis más que un cariño común y corriente; pero si estáis dispuesta a cumplir los deberes de una amante fiel, entregándoos en cuerpo y alma a este leal servidor vuestro, si vuestro rigor no me lo prohíbe, yo os prometo que recibiréis no sólo el nombre de dueña mía, sino que apartaré de mi lado a cuantas hasta ahora han compartido con vos mis pensamientos y mi afecto y me dedicaré a serviros a vos sola.

Rendidamente suplico una contestación para esta mi carta, pues anhelo saber hasta dónde y para qué puedo contar con vos.

Si no os fuera grato contestar por escrito, indicadme algún lugar donde pueda recibir la respuesta de palabra, y yo acudiré con todo mi corazón.

No sigo por temor a cansaros.

Escrito de mano de quien no desea ser sino vuestro,

E. Rex.»

Anónimo. Retrato de Ana Bolena. 1570. National Portrait Gallery. Londres.
Anónimo. Retrato de Ana Bolena. 1570. National Portrait Gallery. Londres.

De Gustave Flaubert a Louise Colet:

          “La próxima vez que te vea te cubriré con amor, con caricias, con éxtasis. Te atiborraré con todas las alegrías de la carne, de tal forma que te desmayes y mueras. Quiero que te sientas maravillada conmigo, y que te confieses a ti misma que ni siquiera habías soñado con ser transportada de esa manera. Cuando seas vieja, quiero que recuerdes esas pocas horas, quiero que tus huesos secos tiemblen de alegría cuando pienses en ellas”.

Claude Chabrol. Madame Bovary. 1991.
Claude Chabrol. Madame Bovary. 1991.

Carta de Beethoven a su “amada inmortal”:

          “Incluso cuando estoy en cama mis pensamientos van a hacia ti, mi eternamente querida, ahora y entonces alegremente, después otra vez tristemente, esperando para saber si el Destino oirá nuestra plegaria, para hacer frente a vida que debo vivir en conjunto contigo o nunca verte. Sí, estoy resuelto a ser un extranjero vagabundo hasta que pueda volar a tus brazos y decir que he encontrado mi hogar verdadero con usted y envuelto en tus brazos puedo dejar que mi alma flote hasta el reino de almas bendecidos. Ay!, desafortunadamente debe ser así. Debes estar tranquila, tanto más pues sabes que te soy fiel; ninguna otra mujer podrá nunca poseer mi corazón, nunca, nunca. Oh Dios, por qué debe uno ser separado de aquella que le es tan querida. Para más, mi vida en Viena es actualmente desgraciada. Tu amor me ha hecho el más feliz y el más infeliz de los mortales. A mi edad necesito estabilidad y regularidad en mi vida, puede esto coexistir con nuestra relación? Ángel, acabo de oír que va el correo cada día, y por lo tanto debo cerrar ésta, de modo que puedas recibirla la inmediatamente. Mantente tranquila; solamente al considerar tranquilamente nuestras vidas podremos alcanzar nuestro propósito de vivir juntos. Mantente tranquila, ámame, hoy, ayer. Qué nostalgia llena de lágrimas por tí, por tí, por tí, mi vida, mi todo. Todos los buenos deseos a ti. Oh, continúa amándome, nunca juzgues mal el corazón fiel de tu amado. Siempre tuyo Siempre mía Siempre de ambos”.

Jean-Honoré Fragonard. El beso robado. 1780. Museo del Hermitage. San Petersburgo. Rusia.
Jean-Honoré Fragonard. El beso robado. 1780. Museo del Hermitage. San Petersburgo. Rusia.

De Honoré de Balzac a la condesa Eveline Hanska:

          “Mi amado ángel. Estoy loco por ti: no puedo unir dos ideas sin que tú te interpongas entre ellas. Ya no puedo pensar en nada diferente a ti. A pesar de mí, mi imaginación me lleva a pensar en ti. Te agarro, te beso, te acaricio, mil de las más amorosas caricias se apoderan de mí. En cuanto a mi corazón, ahí estarás muy presente. Tengo una deliciosa sensación de ti allí. Pero mi Dios, ¿qué será de mí ahora que me has privado de la razón? Esta es una manía que, esta mañana, me aterroriza. Me pongo de pie y me digo a mí mismo: “Me voy para allá”. Luego me siento de nuevo, movido por la responsabilidad. Ahí hay un conflicto miedoso. Esto no es vida. Nunca antes había sido así. Tú lo has devorado todo. Me siento tonto y feliz tan pronto pienso en ti. Giro en un sueño delicioso en el que en un instante se viven mil años. ¡Qué situación tan horrible! Estoy abrumado por el amor, sintiendo amor en cada poro, viviendo solo por amor, y viendo cómo me consumen los sufrimientos, atrapado en mil hilos de telaraña. O, mi querida Eva, no lo sabías. Levanté tu carta. Está frente a mí y te hablo como si estuvieras acá. Te veo, como te vi ayer, hermosa, asombrosamente hermosa. Ayer, durante toda la tarde, me dije a mí mismo: “¡Es mía!”. Ah, ¡los ángeles no están tan felices en el paraíso como yo lo estaba ayer!”.

Ferdinand Georg Waldmüller. Eveline Hanska. 1835. Museo Balzac. Castillo de Sache. Francia.
Ferdinand Georg Waldmüller. Eveline Hanska. 1835. Museo Balzac. Castillo de  Sache. Francia.

De Napoleón a Josefina:

          “Me despierto lleno de ti. Tu retrato y el recuerdo de la emmbriagadora velada de anoche no han permitido que mis sentidos descansen.

¡Dulce e incomparable Josefina, qué extraño efecto causáis en mi corazón! ¿Os enfadáis? ¿Os veo triste? ¿Estáis preocupada? Mi alma se rompe de dolor, y vuestro amigo no encuentra reposo… Pero ¿lo encuentro acaso cuando, entregándome al sentimiento profundo que me domina, extraigo de vuestros labios, de vuestro corazón, una llama que me quema?

¡Ah! ¡Cómo me di cuenta esta noche de que vuestro retrato no sois vos!

Te vas al mediodía, te veré dentro de tres horas

Entretanto, mio dolce amor, recibe mil besos, pero no me des ninguno, pues queman mi sangre.”

François Gérard. Retrato de Josefina de Beauharnais.1801. Museo del Hermitage. San Petersburgo.
François Gérard. Retrato de Josefina de Beauharnais. 1801. Museo del Hermitage. San Petersburgo.

De Auguste Rodin a Camille Claudel:

          “Mi feroz amiga,

Mi pobre cabeza está muy enferma y ya no puedo levantarme por la mañana. Esta tarde he recorrido (horas) sin encontrarte nuestros lugares. ¡qué dulce me resultaría la muerte! Y qué larga es mi agonía. Por qué no me has esperado en el taller. ¿Dónde vas? cuánto dolor me estaba destinado. Tengo momentos de amnesia en los que sufro menos, pero hoy el dolor permanece implacable. Camille mi bienamada a pesar de todo, a pesar de la locura que siento acercarse y que será obra tuya, si esto continúa. ¿Por qué no me crees? Abandono mi Salón, la escultura. Si pudiera irme a cualquier parte, a un país en el que olvidara, pero no existe. Hay momentos en que francamente creo que te olvidaría. Pero de repente, siento tu terrible poder. Ten piedad malvada. Ya no puedo más, no puedo pasar otro día sin verte. De lo contrario la locura atroz. Se acabó, ya no trabajo, divinidad maléfica, y sin embargo te quiero con furor.

Mi Camille ten la seguridad de que no tengo ninguna amiga, y de que toda mi alma te pertenece.

No puedo convencerte y mis razones son impotentes. Mi sufrimiento no te lo crees, lloro y lo pones en duda. Ya no río desde hace tiempo, ya no canto, todo me resulta insípido e indiferente. Ya estoy muerto y no comprendo las fatigas que he pasado por unas cosas que ahora me son indiferentes. Déjame verte todos los días, será una buena acción y quizá me venga una mejoría, porque sólo tú me puedes salvar con tu generosidad.

No dejes que la horrible y lenta enfermedad se apodere de mi inteligencia, del amor ardiente y tan puro que te tengo en fin piedad querida mía, y tú misma serás recompensada.”

Auguste Rodin. El beso. Hacia 1882. Museo Rodin. París.
Auguste Rodin. El beso. Hacia 1882. Museo Rodin. París.

De Joaquín Sorolla a su mujer:

           «Eres mi carne, mi vida y mi cerebro, llenas todo el vacío que mi vida de un hombre sin afectos de padre y madre tenía antes de conocerte, eres mi ideal perpetuo y sin ti nada me importaría mucho.»

Joaquín Sorolla. Desnudo de mujer. 1902. Museo Sorolla. Madrid.
Joaquín Sorolla. Desnudo de mujer. 1902. Museo Sorolla. Madrid.

De Sigmund Freud a su futura esposa:

          “No apetezco sino lo que tú ambicionas para ambos porque me doy cuenta de la insignificancia de otros deseos comparados con el hecho de que seas mía. Estoy adormilado y muy triste al pensar que tengo que conformarme con escribirte en vez de besar tus dulces labios”.

Rene Magritte. EL beso de los amantes. 1928. Colección Particular. Bruselas.
Rene Magritte. El beso de los amantes. 1928. Colección Particular. Bruselas.

7 Comentarios

  1. Julio Bosco Gomez dice:

    Estas cartas son evidencia que el llamado “sexo debil” es el hombre y no la mujer. Todas muestran una frustrada y desesperada pasion del hombre por confirmar si la amada lo ama, por amarla y poseerla. Pero, seran acaso un engaño por influir en la mujer el sentimiento de amor y de deseo para que la amada se lanze en sus brazos ? Sin importar cual es el motivo ulterior de estas cartas y sus melozas expresiones, lo que es cierto es que el hombre pierde rapidamente el interes una vez que posee a la mujer. La mujer, sin embargo, cuando se entrega y deja entrar al hombre en su cuerpo y corazon, le entrega su alma. El hombre busca poseer y la mujer se deja ser poseida.

    1. Bárbara dice:

      Probablemente estás en lo cierto, aunque en el mundo actual todo ha cambiado mucho y en ocasiones los papeles que tradicionalmente tenían los hombres y las mujeres se han alterado bastante. Muchas gracias por tu comentario y un cordial saludo.

      1. Julio Bosco Gomez dice:

        Sigo pensando que el hombre esta mas predispuesto que la mujer a coger la pluma y volcar en el papel sentimientos romanticos que ablanden el corazon de una amada reticente. Cyrano de Bergerac escribio unas cartas que ablandaron el corazon de varias mujeres por encargo de sus amigos. Sera o no prueba de que estas cartas son instrumento de convencimiento mas que autenticas expresiones de un amor desesperado ?

  2. 👏🏽👏🏽👏🏽👏🏽

    1. Bárbara dice:

      Muchas gracias. Un saludo.

  3. Stella Cerón R dice:

    Nunca me imaginé ese tono romántico y de súplica en estos personajes, salvo Flaubert que trasluce su melosería en Madame Bovary y tal vez Balzac , pero un Enrique VIII todopoderoso, misógino y polígamo, nunca! Y qué decir de Napoleón, Emperador, comandante en jefe del mejor ejercito del mundo en su época adorando a una mujer que según dicen era bastante fea y carecía de buena dentadura. Y Freud que alguna vez dijo: «Uno es dueño de lo que calla y esclavo de lo que habla» .
    Vea pues, insignes románticos!!

    Gracias Bárbara, genial como siempre, muy divertido e ilustrativo el artículo. Un saludo

  4. Bárbara dice:

    Muchas gracias Stella ¡Las cartas íntimas revelan tanto de la persona que las escribe! Estos hombres en particular fueron capaces de sentir una gran pasión y proclamarlo a sus amadas.

Los comentarios están cerrados.