Fiestas en el Madrid del Siglo de Oro


          “El primer día de mayo hubo fiestas fuera de la puerta de Toledo, en un lugar llamado el Sotillo, y allí́ acudieron todos los habitantes de la corte y de la villa. Yo fui también, más para ver que, para ser vista, aunque mis vestidos a la francesa, distinguiéndome de las demás, dieron ocasión a que todos repararan en mí.

Félix Castelo. Baños en el Manzanares en el paraje de Molino Quemado. detalle.1634-1637. Museo de Historia de Madrid.
Félix Castelo. Baños en el Manzanares en el paraje de Molino Quemado (detalle).1634-1637. Museo de Historia de Madrid.

          Las mujeres de nobles familias no concurren a los paseos públicos más que en el día de su boda, y aun aquel día van solas en el coche con su esposo, muy compuestas y atildadas. Es cosa de ver el efecto que producen dos figuras así́, una frente a otra, tiesas como cirios y que se miran sin decir en una hora una sola palabra.

          En días determinados todo Madrid se pasea por los sitios preferidos, exceptuando el Rey, que va raras veces, y al pequeño número de personas que le hacen la corte. Resulta muy incómodo el uso de los tiros largos, porque hacen que los caballos ocupen mucho sitio, estorbándose unos a otros; las damas que no pertenecen a la primera nobleza van a los paseos en coche, llevando las cortinillas cerradas y mirando al exterior por pequeños cristales colocados en el testero de la carroza. Al anochecer salen cubiertas y de incógnito muchas damas que gozan yendo al Prado a pie, con sus mantillas blancas bordadas en negro, bajo las cuales ocultan el rostro. Solamente las mujeres vulgares y las aventureras usan tales mantillas, pero algunas veces, como he dicho, verdaderas damas de la corte se presentan con tales atavíos. Los caballeros, apeándose al verlas, les dedican frases galantes y donosas; pero si ellos atacan bien, ellas no se defienden peor.

Anónimo. Plaza Mayor de Madrid. Siglo XVII. Museo Municipal. Madrid.
Anónimo. Plaza Mayor de Madrid. Siglo XVII. Museo Municipal. Madrid.

          El Conde de Berka, Embajador alemán, me ha relatado que mientras cenaba el otro día con las ventanas cerradas a causa del frío, sintió que golpeaban las celosías de la sala, y mandando a un criado para que averiguase lo que pasaba, supo que tres mujeres envueltas en sus mantillas iban a rogarle que abriese las ventanas para poder verle. El Conde las invitó a entrar diciendo que en la sala estarían más cómodas, y ellas accedieron, sin descubrirse, quedando de pie arrimadas a un rincón mientras él estuvo sentado a la mesa. En vano les rogó que tomaran sillas y comieran dulces, porque no quisieron aceptar ningún obsequio, y después de haberle dado muchas bromas donde lucieron la viveza de su ingenio en cultas y brillantes expresiones, se retiraron; pero el Embajador las había conocido: eran las Duquesas de Medinaceli, de Osuna y de Uceda; pero queriendo cerciorarse mejor que por sencillas presunciones, las mandó seguir, y el criado que las escoltaba las vio entrar en su palacio por una puerta falsa donde varias doncellas las recibieron. Estas diabluras no siempre se hacen con la misma inocencia.

Anónimo. Vista de la Carrera de San Jerónimo y el Paseo del Prado con cortejo de carrozas. Hacia 1680. Colección Carmen Thyssen-Bornemisza. Madrid.
Atribuído a Jan van Kessel III. Vista de la Carrera de San Jerónimo y el Paseo del Prado con cortejo de carrozas. Hacia 1680. Colección Carmen Thyssen-Bornemisza. Madrid.

Cuando llega la noche, los hombres que se pasean en el Prado a pie, se acercan a las carrozas donde ven damas, y les arrojan flores y aguas perfumadas; si se les permite, entran en la carroza con ellas.

          Refiriéndome nuevamente al paseo del primer día de mayo, diré que me parece muy agradable ver a las gentes acomodadas y a las del pueblo descansando en los trigos o en la ribera del Manzanares, unos a la sombra, otros tomando el sol; unos con sus mujeres y sus hijos, otros con sus amigos o sus novias; unos comiendo ensaladas de ajos y cebollas, otros huevos duros, otros jamón y hasta gallinas de leche. Todos beben agua solamente, y tocan la guitarra y el arpa. El Rey asistió a la fiesta, acompañado por D. Juan de Austria, el Duque de Medinaceli, el Condestable de Castilla y el Duque de Pastrana. Yo solamente vi su carroza recubierta de hule verde, tirada por seis caballos de los más hermosos del universo enjaezados con cascabeles de oro y lazos encarnados. Las cortinas de la carroza eran de damasco verde con una franja de oro, pero iban tan bien cerradas que no se veía lo más mínimo.

Anónimo.El baño en el Manzanares durante la fiesta de San Juan. Colección Abelló.
Anónimo.El baño en el Manzanares durante la fiesta de San Juan.  Siglo XVII. Colección Abelló.

          Es costumbre que cuando pasa el Rey paren los paseantes sus coches y bajen las cortinas en señal de respeto, pero nosotras, siguiendo la costumbre francesa, dejamos abiertas las nuestras contentándonos con hacer un profundo saludo. El Rey notó que yo llevaba un perro faldero que la Marquesa de Alhuye, señora muy amable, me había rogado llevar a la esposa del Condestable Colona, y como yo quería mucho al animalito, esta última me lo enviaba con frecuencia. El Rey me pidió el perro por conducto del Conde de los Arcos, capitán de la guardia española, que aquel día iba, montado, al estribo de la real carroza, y en cuanto le cogió en brazos le acarició, admirando el hermoso collar de cascabeles y las campanillas que llevaba el animal en el cuello y en las orejas. El Rey tiene una perra llamada Daraxa, a la que quiere mucho, y para ésta me pidió aquellos adornos. Excusado es decir cuál fue mi respuesta, y cuando el Conde de los Arcos me devolvió el perro faldero sin collar y sin campanillas, me trajo también una caja de oro llena de dulces, rogándome que como recuerdo la admitiese. No es mucho el valor de tal joya, pero la estimo por venir de quien viene”.

Anónimo. Vista del Alcázar Real y entorno del Puente de Segovia. 1670. Museo Soumaya. Fundación Carlos Slim. Mexico DF
Anónimo. Vista del Alcázar Real y entorno del Puente de Segovia. 1670. Museo Soumaya. Fundación Carlos Slim. Mexico DF.

Marie Catherine le Jumel de Barneville, condesa de Aulnoy. Relación del viaje de España en 1679.