La vestimenta de la mujer española en el Siglo de Oro (II)


          “Escrivá ataca los vestidos, el lujo y los afeites femeninos, y a los varones que hacían lo mismo que las mujeres. A Vicente Mexía, sin embargo, le parecía bien que las casadas, y las solteras que aspiraban a contraer matrimonio, se compusieran. El sostenía la teoría de que la razón por la que mujeres se arreglaban era agradar a sus maridos, presentes o futuros. (Hubo bastantes confesores tolerantes que mantuvieron tal posición, según afirma Galindo) sostiene Mexía que es lícito el ornato exterior de los casados porque

          no diría bien que una casa estuviese de dentro muy limpia, y muy ataviada y segura; y que de fuera estuviese tan lodosa, y estuviese tan peligrosa la entrada que ninguno que hubiese de entrar en ella se pudiese excusar de ambos inconvenientes; porque en tal caso no  bastaría la bondad interior del edificio, teniendo las faltas que de fuera lo acompañaban; ansí también no podría decirse el matrimonio que era del todo seguro, entre tanto que se permitiese en el la compostura y el adornamiento exterior de los casados; si el tal ornato se hubiese de condenar por pecado.

Anónimo. Retrato de dama. Escuela española. Siglo XVII.Colección particular.
Anónimo. Retrato de dama. Escuela española. Siglo XVII.Colección particular.

          Según él, la «compostura» y el «adornamiento» están muy bien, sobre todo entre las mujeres, porque es lo que suele inclinar a «querer usar del matrimonio en buena voluntad».

          Pues como el adornamiento de los vestidos sea mucha parte idas (después de la hermosura natural) para que ambos al trocado se parezcan bien; y la compostura de la mujer sea de sí mesma provocativa del apetito natural del hombre, para agradarse a ella y codiciarla  (si no hay otra consideración más alta que lo estorbe) claramente parece ser cosa puesta en razón; que aquellos a quien la misma obra principal les es debida de su propio estado y oficio; se excusa; y mala tengan licencia y facultad para poder usar lícitamente de aquellas cosas que en nada les ofenden ni defrauden antes los provoquen a querer y exercitar lo mismo que de su estado son obligados.

Anónimo. Retrato de una infanta. Escuela española. Siglo XVII. Colección particular.
Anónimo. Retrato de una infanta. Escuela española. Siglo XVII. Colección particular.

          Concluye afirmando —algo heterodoxamente desde una perspectiva católica— que, además, no puede ser pecado lo que hace todo el mundo, y lo que en ningún tiempo fue tenido por malo — lo cual no es del todo cierto—. Escribe:

          porque no se halla ni en memoria ni en historia que en ninguna parte del mundo, ni en ningún tiempo de los pasados se haya tenido por malo el adoramiento de que comúnmente suelen usar los que son casados. Pues no es de creer que tanta multitud de personas

         […] fuesen todos tan ignorantes, que […] viniesen a caer todos juntos en un yerro tan público como este sería siendo malo.

Pedro Ruíz González (Atribución). Retrato d la mujer del capitán Manuel Barrios. Siglo XVII. Museo del Greco. Toledo.
Pedro Ruíz González (Atribución). Retrato de la mujer del capitán Manuel Barrios. Siglo XVII. Museo del Greco. Toledo.

          Juan de Zabaleta, sin embargo, opinaba lo contrario porque «naturalmente apetecen los hombres con grande ansia a las mujeres; uno de los remedios que hay para esto es que ellas tengan pocos instrumentos de incitar». Pero ellas procuraban resultar lo mejor posible arreglándose así:

          Peinase […] Recoge parte de él pelo, y deja parte libre, como al uso -moda- se le antoja […] Esto hecho se pone el guardainfante -artefacto para dar volumen en las caderas-. Este es el desatino más torpe en que el ansia de parecer bien ha caído […]

           Echase sobre el guardainfante una pollera. Pónese sobre la pollera una basquiña con tanto ruedo, que colgada podría servir de pabellón. Ahuécasela mucho porque haga más pompa […] Entra luego por detrás en un jubón emballenado, y queda como con un peto fuerte […] Este jubón, según buena razón, había de rematar el cuello; más por el pecho se queda en los pechos, y por la espalda en la mitad de las espaldas […] De los pechos les ven los hombres la parte que basta para no tener quietud […] se ve todo lo que hay en ellos más bien formado.

          Francisco Santos menciona a las «quitadoras de vello» a domicilio, que según él, iban de casa en casa celestineando, y también vendían productos de cosmética:

          «pasas aderezadas, canutillo de albayalde, solimán labrado, habas, parchecitos para las sienes, modo de hacer lunares, teñir canas, enrubiar el pelo, mudas para el paño de la cara, aderezo para las manos…».

          Desde la literatura y el teatro se satirizaba también la compostura femenina. Lope de Vega y Calderón lo hacían en su habitual tono de displicencia burlona. En El llegar en ocasión dice Lope de Vega:

Martirizábase toda

con mudas, aceites y aguas,

y por momentos tenía

todo el Gran Turco en la cara

Anónimo. Retrato de Luisa Francisca de Guzmán y Medina Sidonia. 1630-1635. Museo de Bella Artes. Córdoba.
Anónimo. Retrato de Luisa Francisca de Guzmán y Medina Sidonia. 1630-1635. Museo de Bella Artes. Córdoba.

El gracioso de Darlo todo y no dar nada, de Calderón, señala:

A una mozuela la dije,

repartiendo unos cachetes

un día entre sus mejillas

y sus labios y sus dientes:

«Mi oficio es moler colores,

 hija mía, no te quejes…».

Mientras, Quevedo ataca compulsivamente con su particular destemplaza:

Tu mayo es bote, ungüentos chorreando,

y en esa tez, que brota primaveras,

al sol estás y al cielo estercolando.

Seguidor de Juan Carreño de Miranda. Retrato de dama. Siglo XVII. Colección particular.
Seguidor de Juan Carreño de Miranda. Retrato de dama. Siglo XVII. Colección particular.

Actitud que en ocasiones le llevaba a hacer observaciones algo zafias, como cuando desaprueba la moda del guardainfante increpando a la mujer:

Si eres campana, ¿dónde está el badajo?

O como cuando ataca los afeites, los guardainfantes y los chapines -zapatos altos con muchas plataformas de corcho-:

Altas mujeres verás,

pero son como colmenas:

la mitad huecas y corcho

y la mitad miel y cera.

          Satirizaron también el atuendo y los afeites femeninos Tirso de Molina, Rojas Zorrilla, Vélez de Guevara, Quiñones de Benavente, Espinel, Castillo Solórzano, Lupercio Leonardo de Argensola, etcétera.

          Hasta aquí he expuesto las críticas al arreglo de las mujeres de moralistas y escritores satíricos, efectuadas en el contexto de obras generales que versaban sobre temas más amplios. Pero además hubo moralistas que escribieron libros dedicados particularmente a esta cuestión”.

Mariló Vigil. La vida de las mujeres en los siglos XVI y XVII. Siglo XXI de España editores.  Madrid. 1986. pp. 178-181

Un comentario

  1. Milton Donoso Vargas dice:

    Excelente publicación, felicitaciones desde Ecuador.

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