“Cádiz me sorprendió por su extraordinaria limpieza, sus pintorescos edificios blancos y sus muchas astas de bandera; por lo demás, nada digno de mención ofrecía al forastero. Aquí no había ningún museo, ningún vestigio árabe de importancia; la muchedumbre de las calles no mostraba el carácter abigarrado que habíamos visto…