La indumentaria infantil española en el siglo XVII


Dedicado a mi queridísima hija Bárbara en el día de su cumpleaños.

          Aunque parezca mentira una indumentaria concebida únicamente para uso infantil no surgió hasta el siglo XIX. Los niños precisan una ropa que se adecúe a sus necesidades de comodidad y libre movimiento, aunque hasta hace relativamente poco esto no se llevó a la práctica. Niños y niñas iban vestidos igual hasta los ocho años aproximadamente, edad en que comenzaban a vestirse al modo de los adultos. Algunas sensatas voces clamaban contra el uso de prendas ceñidas sobre todo en lo que respecta a los corpiños femeninos. Fue el escritor francés Jean Jacques Rousseau (1712-1778) el primero en reclamar los derechos de la infancia y la necesidad de la educación y el conocimiento para la formación de la persona. En su obra Emilio o De la educación publicada en 1762 afirma: “Nacemos capacitados para aprender, pero no sabiendo ni conociendo nada”. En España, la escritora y pedagoga doña Josefa Amar (1749-1833) resalta la necesidad de los niños de jugar libres sin estar constreñidos por la ropa, para lo cual deben usar prendas cómodas confeccionadas con tejidos sencillos.

Juan Pantoja de la Cruz. La infanta María Ana de Austria. 1607. Museo de Viena. La infanta aparece enfundada en un sayo cubierto con un precioso delantal guarnecido de encajes al igual que el cuello. De su cintura cuelgan una serie de abalorios que se solían poner a los niños como la campanilla, la higa y la poma de olor. Debido a la alta mortalidad infantil se les colgaba diversas piezas con supuestas cualidades beneficiosas para su salud.
Juan Pantoja de la Cruz. La infanta María Ana de Austria. 1607. Museo de Viena. Austria.  La infanta aparece enfundada en un sayo cubierto con un precioso delantal guarnecido de encajes al igual que el cuello. De su cintura penden una serie de abalorios que se solían poner a los niños como la campanilla, la higa y la poma de olor. Debido a la alta mortalidad infantil se les colgaba diversas piezas con supuestas cualidades beneficiosas para su salud.
Juan Pantoja de la Cruz. La infanta Ana de Austria. 1602. De su cintura cuelgan una poma de olor, campanilla e higa de azabache (adorno en forma de puño cerrado que se creía beneficioso para ahuyentar a los malos espíritus, al igual que el coral). En su pecho, una inmensa cruz junto a otra mas pequeña y relicarios que se disponían sobre los mas pequeños para su protección.
Juan Pantoja de la Cruz. La infanta Ana de Austria. 1602. De su cintura cuelgan una poma de olor, campanilla e higa de azabache (adorno en forma de puño cerrado que se creía beneficioso para ahuyentar a los malos espíritus, al igual que el coral). En su pecho, una inmensa cruz junto a otra mas pequeña y relicarios que se disponían sobre los mas pequeños para su protección.

          Los niños eran fajados al nacer hasta los seis meses de edad. Esta práctica consistía en rodear el cuerpo con una cinta y era costumbre desde la antigua Roma. Para abrigarlos se usaban toquillas que en esa época se llamaban mantillas. Se consideraba que al fajarlos crecían más fuertes y sanos, este hábito aparece frecuentemente en escenas religiosas como la Natividad o la Adoración. Tanto niños como niñas usaban faldas, vestimenta mas cómoda para efectuar los cambios de pañal, y delantal. Una vez que alcanzaban la edad adecuada y si pertenecían a las élites debían sufrir jubones apretados, verdugados, gorgueras y demás tormentos.

Diego Velázquez. La Adoración de los Magos. 1619. Museo del Prado. Vemos como el Niño aparece completamente fajado sobre el regazo de la Virgen. A partir del siglo XIV el rey Baltasar se representa negro.
Diego Velázquez. La Adoración de los Magos. 1619. Museo Nacional del Prado. Madrid. Vemos como el Niño aparece completamente fajado sobre el regazo de la Virgen. A partir del siglo XIV el rey Baltasar se representa negro.
Georges de la Tour. El recién nacido. Hacia 1645-1648. Museo de Bellas Artes. Rennes. Francia. La preciosa escena, que tal vez sea una Natividad, nos muestra a al bebé perfectamente fajado y dormido en brazos de su madre.
Georges de la Tour. El recién nacido. Hacia 1645-1648. Museo de Bellas Artes. Rennes. Francia. La preciosa escena, que tal vez sea una Natividad, nos muestra a al bebé perfectamente fajado y dormido en brazos de su madre.

          Los retratos cortesanos nos muestran a los infantes espléndidamente ataviados conforme a su alta posición. En 1631 Velázquez retrató a  Baltasar Carlos, que solo tenía dos años, con traje de capitán general, banda, bengala y espada. El malogrado príncipe de Asturias (1629-1646)  fue pintado por el gran maestro en varias ocasiones. En 1635 se le realizó un espléndido retrato ecuestre destinado al Salón de Reinos del madrileño Palacio del Buen Retiro. Vemos al niño vestido lujosamente con valona guarnecida de encajes, jubón de tela dorada  y coleto sin mangas sobre el que cruza una preciosa banda que ondea al viento. De cintura para abajo lleva calzón verde oscuro  y botas altas de ante propias para el ejercicio ecuestre. El príncipe mira al espectador de frente y mientras que con la mano izquierda sostiene la brida con la otra alza la bengala de general. Desde nuestra perspectiva actual nos resulta bastante sorprendente ver a niños tan pequeños literalmente embutidos en ropas pesadas y apretadas pero la sociedad estamental tenía unos preceptos que se seguían a rajatabla en cuestión de indumentaria. La familia real era un referente clave en la sociedad española y el retrato una de las pocas maneras de mostrarse tanto a sus súbditos como a las cortes extranjera. Los infantes suponían la continuidad de la dinastía y a pesar de su corta edad se les mostraba con los símbolos de la monarquía. Nobleza obliga.

Diego Velázquez. El príncipe Baltasar Carlos con un enano. 1631, Museo de Bellas Artes. Boston. Estados Unidos.
Diego Velázquez. El príncipe Baltasar Carlos con un enano. 1631, Museo de Bellas Artes. Boston. Estados Unidos.
Diego Velázquez. El príncipe Baltasar Carlos a caballo. 1635. Museo del Prado. Madrid.
Diego Velázquez. El príncipe Baltasar Carlos a caballo. 1635. Museo Nacional del Prado. Madrid.

7 Comentarios

  1. Fernando dice:

    Gracias Bárbara por continuar ilustrándonos. El fajado era una tortura. Muchas felicidades a Bárbara Jr.

    1. Verdaderamente sorprende que la costumbre de fajar a los recién nacidos haya durado tantos siglos. Muchas gracias Fernando.

  2. Manuel S. dice:

    Muchiiisimas FELICIDADES a Barbarita!!!!!!!!!!!!!!! Magnífico como siempre Barbara

    1. Los retratos de las infantas cargadas de amuletos y reliquias me parecen fascinantes.
      Muchas gracias Manolo por tu fidelidad.
      Un fuerte abrazo.

  3. Cte dice:

    Querida Bárbara:
    Magnífica forma de hacer historiografía! Me acabo e enganchar a tu blog. Aquí tienes a una seguidora incondicional. Enhorabuena y un abrazo,
    Consuelo
    Felicidades a tu hija

    1. Muchas gracias Consuelo. Me alegra que te gusten los contenidos. Fundamentalmente hablo de moda durante el Antiguo Régimen aunque no solamente. Trato también temas históricos y sociales que me parecen interesantes. Un abrazo.

  4. dice:

    Me gustaría saber, en qué época terminó la costumbre de fajar a los recién nacidos en España y en qué otros países continúa esa costumbre.

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