Las ciudades de Pompeya, Herculano y numerosas villas de los alrededores, fueron arrasadas bajo toneladas de ceniza y piedra pómez tras la erupción del Vesubio en el 79 d.C. Se considera que Pompeya fue fundada hacia los siglos VII o VI a.C. Cayó bajo la dominación de Roma en el siglo IV a.C. y fue conquistada convirtiéndose en una colonia en el año 80 a.C., después de una rebelión fracasada contra la República romana. En el momento de su destrucción contaba con una población de aproximadamente 11.000 personas y tenía una serie de modernas infraestructuras tales como una compleja red de abastecimiento de agua, anfiteatro, teatros, gimnasio y puerto. Plinio el joven vio la erupción a distancia y describió la muerte de su tío Plinio el viejo, Almirante de la flota romana, en su intento de rescatar a los ciudadanos. La ciudad cayó en el olvido hasta 1599, aunque no fue hasta 1748 cuando fue redescubierta por el ingeniero aragonés Roque Joaquín de Alcubierre durante el reinado de Carlos VII de Nápoles y Sicilia, futuro Carlos III de España.
En los restos de Pompeya se han hallado veinticinco burdeles. En la antigua Roma las prostitutas (la voz “prostituta” proviene de pro statuere, es decir, estar colocado delante, mostrarse) fueron llamadas “lupae” (lobas); la palabra “lupanare” significaba burdel. Se trataba de casas destinadas a esta actividad, como la que hoy traemos a colación situada en el Regio VII que contaba con diez habitaciones pequeñas con camas de piedra que se cubrían con colchones. Cinco de ellas se encontraban en la planta baja y otras tantas en la planta superior a la que se accedía a través de una pequeña escalera de madera. A lo largo del corredor de planta baja han aparecido una serie de frescos con escenas eróticas, probablemente utilizadas como una especie de catálogo de las posibles solicitudes o como una colección de imágenes de la Schemato Veneris, uno de los manuales ilustrados de Ars amatori escrito por las poetisas Philainis y Elephantis de Samos en los siglos III y IV a.C.
En este burdel, se encontraron un buen número de inscripciones, comentarios y nombres, que ayudaron a identificar al menos a ochenta prostitutas y clientes. Estos negocios podían estar también en la parte superior de las tiendas o de los baños, siendo a veces tan sólo una simple habitación. En la antigua Roma la prostitución fue aceptada, los clientes generalmente pertenecían a clases sociales bajas, principalmente comerciantes y marineros extranjeros. Las meretrices en Pompeya eran esclavas y sus ganancias repercutían enteramente en su dueño. El precio medio era dos ases, lo que costaba una copa de vino.
Fotos: Bárbara Rosillo ©
Que interesante Barbara!!!! Po zi!!! que estaban contentos los pompeyanos, 11.000 habitantes y 25 burdeles!!!! Que gente más disfrutona!!!! Ja ja ja………
Muchas gracias Manolo, Tus comentarios son únicos.