
«La amabilidad de Bartolomé Estéban Murillo convenía perfectamente con la dulzura y estilo de sus pinturas. Manifestó esta virtud y otras prendas en la enseñanza que daba a sus discípulos, dirigiéndolos con blandura por el buen camino que va a la imitación de la naturaleza; y mucho más en el establecimiento de una academia pública de dibujo en Sevilla. El deseo patriótico que tenía del adelantamiento de bellas artes, le hizo luchar contra la fiereza de D. Juan de Valdés Leal, y contra la envidia de D. Francisco de Herrera el mozo, émulos de su mérito y habilidad, a fin de reunir sus votos, y los de los demás artistas de la ciudad para que le ayudasen a sostener los gastos del instituto. Habló al asistente y a los veinte y cuatros, y con su permiso celebró la primera junta en la casa lonja el día 1 de enero de 1660. Fue el primer presidente o director que enseñó púbicamente en aquella ciudad el modo de estudiar el desnudo del hombre, poniendo la actitud y explicando sus proporciones y anatomía.

También fue fundador del estilo sevillano, que se conserva todavía, aunque muy desfigurado: estilo de suavidad, que le caracteriza entre los primeros naturalistas, y que se distingue entre todos por un acorde general de tintas y colores; por una indecisión de perfiles sabia y dulcemente perdidos; por los cielos opacos que dan el tono a la escena; por las actitudes sencillas y decorosamente expresivas; por los semblantes de amabilidad y virtud; por los pliegues de paños blancos y bien trazados; por la fuerza de luz en los objetos principales; y sobre todo por el verdadero color de las carnes.»

Juan Agustín Ceán Bermúdez. Diccionario histórico de los más ilustres profesores de las bellas artes en España. Tomo I. Madrid. Imprenta de la viuda de Ibarra. 1800.
Cuánto estamos aprendiendo contigo! Gracias miles!
Gracias a ti por ser tan fiel lectora. Un fuerte abrazo.