Lujo. La vida moderna

“En las fechas en que Chanel llegó a París, Paul Poiret (1879-1940) sustituía a la casa Worth entre los ambientes más liberales de la ciudad. De vocación pictórica y afinidades literarias Poiret, era un modisto eminentemente culto que, mediante la helénica linea vagué había conseguido desterrar el corsé.hasta el punto de haberse inspirado en la escultura griega a la hora de diseñar la primera línea vagué, en 1906, de la que arrancará su fama. Hombre, de gran curiosidad e inquietud profesional, estaba en aquellos años inventando, lo que hoy llamamos sistema de la moda, componiendo su universo mediante logos, catálogos, perfumes, desfiles, fiestas, viajes y decoración. Modisto al que su época no le satisfacía, vivió de manera fastuosa encontrando en el lujo el genio proteico de su creatividad, definida, no obstante, mediante el tamiz de singulares mundos artísticos.

Entre ellos, destacaron los muy próximos de Eugene Delacroix, y Charles Baudelaire, cuyo escrito “ El pintor de la vida moderna” debió ser un referente inspirador de su vida profesional, recogida en su libro de memorias “Vistiendo la época”. No en vano, la distinción de la moda, en tanto que reflejo de la moral y estética de la época y su valoración como uno de los componentes más visibles de lo moderno, estaba presente sus ensayos y críticas de arte. Baudelaire había sido uno de los primeros defensores de la representación de la vida contemporánea en el mundo del arte, ideando para su adecuado reflejo una nueva categoría estética que denominó modernidad. Pasión inédita, con vocación de absoluto, la modernidad se concibe como la expresión de lo eterno en lo transitorio, como la crónica poética del acontecer histórico, objetivos cuya consecución ha de perseguir el pintor moderno al que, el poeta, gusta llamar hombre de mundo, ciudadano espiritual del universo (1995:81-95).

En buena medida, el pensamiento de Baudelaire podía actualizar otras artes, de tal forma que el comportamiento y actividades diversas de Poiret parecen responder a algunas de las ideas teorizadas por Baudelaire, debiéndose a su particular vivencia, la invención de un sistema que, en lo esencial permanece inalterable en la moda de nuestros días. A él le correspondió ser el primer modisto de una moda moderna y abrir el camino al capítulo en el que moda encontrará su madurez no en sí misma, sino en de la vida de su tiempo.

La oportunidad para Chanel llegó en 1913 en Deauville, lugar de veraneo donde abrió su primera tienda con nombre propio, Gabrielle Chanel, dedicada a la venta de sombreros y complementos. Hasta entonces no había vivido en la costa y pronto reparó en la falta de adecuación de la ropa al lugar y al descanso. Inmediatamente, empieza a realizar ropa cómoda para su uso personal, procediendo de la misma manera que lo había hecho en Royallieu. También ahora se irá apropiando de prendas masculinas cuando las necesita, o ideará otras originales que están directamente inspiradas en la indumentaria deportiva, o basadas en la ropa de trabajo de los marineros del puerto.
De esta forma, Chanel pone en práctica un tipo de improvisación creativa gracias a la cual hace suya, la prenda más funcional, utilizando en otros casos, tipologías cotidianas que han demostrado su eficacia. Un método -en el que la ropa se convierte en un agente activo del presente- al que tampoco es ajeno su sentido lúdico del vestir, desarrollado en las numerosas fiestas de disfraces realizadas en el castillo de Royallieu y a la vez propiciado por el ambiente relajado y chic de la villa normanda (Haedrich, 1973:95).

Las nuevas creaciones que, ella misma, su hermana Adrienne y su tía Antoinette, lucían en Dauville comienzan pronto a ser solicitadas dando de esta forma el paso decisivo para la confección de ropa, en primer término, sport. A los sombreros se añaden blusas, camisas, faldas, abrigos y el blusón de marinero, con el que aparece fotografiada en la puerta de su boutique. Combinado con una simple falda de lino, ofrecía un conjunto con el que era posible prescindir del corsé y además estaba realizado en un tejido nuevo, el jersey, otro importante hallazgo en su trayectoria. Aquí también se muestra radicalmente innovadora, utilizando un tejido empleado casi exclusivamente en prendas interiores y ropa deportiva masculina. El punto, de fabricación industrial, era un tejido considerado demasiado pobre, pero ella aprecia su potencial para crear prendas confortables, empleándolo de manera totalmente desinhibida, sin tener en cuenta la tradición. Un año después, comercializado por la casa Rodier, será básico para la realización de trajes y vestidos sobrios, muy demandados en un periodo en el que escaseaban los tejidos.

La guerra facilitará la aceptación de la lana, el algodón, la franela, de los colores gris, beige, azul marino, de los conjuntos y trajes con los que Chanel viste a las elites refugiadas en Dauville que, aceptan estas propuestas, transitoriamente. Sin embargo, la guerra iba a provocar cambios inmediatos, transformaciones profundas que, harán la vida más funcional y dinámica, alteraciones que, afectarán fundamentalmente a la mujer, incorporándose al mundo del trabajo. Chanel le proporcionará el guardarropa básico para cumplir los nuevos cometidos, porque su ropa tenía en cuenta la realidad, ella era una mujer moderna. “Yo fui la primera en vivir la vida de mi tiempo, hice vestidos para el deporte porque yo lo hacía, para el trabajo porque yo trabajaba, no salí porque tenía que hacer mi ropa e hice mi ropa para salir. Tenía la edad del siglo y me eligió a mí para expresarse, una época que pedía, sencillez, comodidad”.(Delay, 1984:40). Dauville y el trágico suceso de la guerra hicieron de Chanel la modista de la vida moderna.”

María Lourdes Cerrillo. “Orden, lujo y deleite en el total look Chanel.” Congreso Internacional Imagen y Apariencia. Universidad de Murcia. 2008. pp. 5-7.
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