¿Cómo se programaban las bodas?


          “Las costumbres varían, según las clases sociales. Entre las familias de la aristocracia que figuran en primer término en la sociedad por su origen nobiliario, su fortuna o su distinción, cuándo los aspirantes a unirse están de acuerdo y los padres de la novia han concedido permiso tácita o expresamente al novio para que frecuente la casa, puede decirse que las principales dificultades se han allanado, y sólo quedan por cumplir meras fórmulas, que no carecen de importancia.

Vestido de novia. 1879.Museum of Historical Costume. Poznan. Polonia.
Vestido de novia. 1879. Museum of Historical Costume. Poznan. Polonia.

          Las respectivas familias saben a qué atenerse, y unas veces complacidísimas, y otras accediendo a la voluntad de los que han de enlazarse, llegan al momento solemne de la petición oficial. Si el novio tiene padre y madre, el primero es el encargado de dar este paso; si sólo tiene madre, ésta es la encargada de formular la solicitud. Si residen en otras poblaciones, deben hacer uno u otra la petición por escrito. Por último, si el novio es huérfano, su más próximo pariente es el llamado a cumplir, do palabra o por escrito, las formalidades de rúbrica.

          De cualquier modo, el novio anuncia a la familia de su prometida la visita o la carta. A la carta se contesta con otra, generalmente en sentido afirmativo; porque cuando se da el paso de pedir la mano de una señorita, se sabe ya que la respuesta ha de ser favorable. La buena educación no permitiría colocar al pretendiente en situación de recibir un desaire.

Mariano Fortuny. La vicaría. 1870. Museo Nacional de Arte de Cataluña.
Mariano Fortuny. La vicaría. 1870. Museo Nacional de Arte de Cataluña.

          La anunciada visita se verifica, reciben al que viene a favorecerlos el padre y la madre de la solicitada, y oyen la petición, reducida a manifestar que, en vista del afecto que se profesan los jóvenes y considerándose honrados con esta unión los padres del aspirante tienen el honor de pedir para su hijo la mano de la señorita. Manifiestan los padres de la novia su satisfacción y el honor que reciben con semejante alianza, y por regla general, antes de que termine la visita, llega el novio, expresa su gratitud; la novia, que también es llamada, aparece ruborosa, y en aquel momento, en presencia de las dos familias á quienes sonríe la esperanza de la felicidad de sus hijos, los prometidos cambian regalos, que han de ser venturosos recuerdos de aquel solemne día.

Vestido de novia. 1879. Metropolitan Museum.
Vestido de novia. 1879. Metropolitan Museum.

          La moda actual es que el novio regale a la novia una pulsera de oro con la fecha del día de la petición de su mano, grabada en el interior de la pulsera o formada en la parte exterior con chispas de brillantes. En otras ocasiones esta joya es un anillo, o unos pendientes, o un broche. Cuando la joya no puede, por su forma, contener la fecha, se inscribe en el estuche que la guarda. La novia regala á su futuro, también con la fecha, o un anillo, o un alfiler de corbata, o un medallón de reloj.

          En esta visita de petición no se habla de intereses, ni se trata siquiera de los preliminares de la boda. A los pocos días, el padre de la novia y la madre del novio, o viceversa, o las dos madres, o a falta de éstos un individuo de cada una de las dos familias, dejan tarjetas en las casas de sus respectivas relaciones. Esta es la fórmula de dar parte de la proyectada unión. Las dos tarjetas reunidas, y los antecedentes que ya tienen, indican a los amigos el fausto suceso, se apresuran a pagar la visita de pláceme, y dos o tres días después envían el regalo que en estos casos se acostumbra hacer a la novia. Los notarios de las respectivas familias arreglan los asuntos de intereses, de conformidad con las leyes que rigen y con las instrucciones que reciben de sus respectivos clientes; y una vez ultimadas todas estas formalidades, se señala el día para la ceremonia de los dichos

Alexander Ivanovich Morozov. Antes de la boda. 1879. Colección particular.
Alexander Ivanovich Morozov. Antes de la boda. 1879. Colección particular.

          Las vistas del equipo de la novia —costumbre que cada día se limita más y más— se verifican dos o tres días antes de la ceremonia de los dichos. Por regla general, el acto de tomarse los dichos se celebra en casa de la novia, con presencia del ilustrísimo señor Vicario, del Notario eclesiástico y de los testigos. Estos últimos pueden ser más de dos. En al- ganas ocasiones son seis u ocho, concesión que se hace a la buena amistad de los que tienen gusto en asistir, en calidad de tales, a esta ceremonia. Los dichos son los esponsales; los futuros cónyuges cambian la promesa de unirse, y casi siempre acompaña a este acto la firma de los contratos o capitulaciones matrimoniales.

Vestido de novia. 1879. Metropolitan Museum.
Vestido de novia. 1879. Metropolitan Museum.

          En Francia, y también en España, algunas familias dan a esta ceremonia gran solemnidad. La novia viste un traje color de rosa, y las señoras lucen preciosas toilettes. Un lunch pone término a este acto, cuando se le da toda la importancia que indicamos. Pocos días después se celebra la boda en casa de la novia o en la de algún pariente de los futuros cónyuges que tenga oratorio. Para este acto hacen falta madrina y padrino, quienes, al mismo tiempo que los amigos, hacen el regalo a los contrayentes, siendo éste de más importancia y valor que los de las demás personas obligadas por la costumbre y el afecto. En las épocas en que están cerradas las velaciones, la bendición nupcial, o sea el matrimonio religioso, puede verificarse por la tarde o por la noche. Entre las clases distinguidas suele ser un Prelado o una dignidad eclesiástica quien bendice la unión, y aprovecha la circunstancia para dirigir una plática a los contrayentes. A este acto, y tratándose de las altas clases sociales, acude el Juez municipal con sus auxiliares para verificar el matrimonio civil. La novia viste de blanco, con el tradicional adorno de flores de azahar.

          Este traje, el de terciopelo negro que forma necesariamente parte del guardarropa de una señora de posición, y otro de vestir, como asimismo una mantilla de precio, dos abanicos de lujo y una sombrilla, son regalo del novio. Además regala éste un aderezo de brillantes, que luce su futura en el acto de la bendición. No hace muchos años era costumbre que la novia regalase a su futuro toda la ropa interior. Después se limitó este regalo a la camisa que debía lucir en el acto de la ceremonia, y una docena de finísimos pañuelos de bolsillo. En la actualidad, este regalo se reduce a los pañuelos y a la botonadura de la camisa.

Vestido de novia. 1879. Metropolitan Museum.
Vestido de novia. 1879. Metropolitan Museum.

          En época de velaciones se casan y se velan los novios, celebrándose la ceremonia, en este caso, por la mañana. A la boda son invitados los que han hecho regalos, los parientes y los amigos de más intimidad. Al acto religioso y civil sigue un lunch, al que asisten el Prelado o sacerdote que ha bendecido la unión, y el Juez municipal. Los desposados hacen un regalo al celebrante. El novio hace regalos a los padres y hermanos de su esposa, y ésta a los padres y hermanos de él.

George Henry Boughton. Luna de miel menguante. 1878. The Walters Art Museum. Baltimore.
George Henry Boughton. Luna de miel menguante. 1878. The Walters Art Museum. Baltimore.

          El mismo día de la boda suele emprenderse el viaje de novios, costumbre que ha estado en mucho auge y que empieza a decaer. Al regresar los felices esposos de este viaje, o, si no viajan, a los dos o tres meses de verificado el enlace, se da parte de él á las relaciones. Los padres de la novia y los del novio participan el efectuado enlace de sus hijos, y éstos también, ofreciendo su casa. Estas esquelas se remiten juntas bajo un mismo sobre. Por regla general, de vuelta del viaje se celebra la llamada comida de boda, a la que son invitados los que asistieron a la bendición nupcial. A este acto precede la visita a los desposados, que debe hacerse poco después de haberse recibido la esquela dando parte del casamiento.”

Mario Laba. “La vida social”. La Última Moda. Nº 120. Madrid. 1890. pp. 6-7.