La falda, el mejor traje para las mujeres


          “El traje flotante llamado vestido, túnica o bata, es el único que conviene a la mujer. Haría muy mal en cambiarle por cualquier otro que precisase las líneas y acentuase los contornos. «La mujer verdadera, la mujer anatómica, digámoslo así, es una sublime deformidad» —dice un célebre fisiólogo.

Auguste Renoir. Por la orilla del mar. 1883. Metropolitan Museum.
Auguste Renoir. Por la orilla del mar. 1883. Metropolitan Museum.

          Sin penetrar en el fondo de esta apreciación, hay que convenir en que bajo la amplia falda, la marcha de la mujer resulta ágil, noble, majestuosa, lo que no sucedería si usase pantalón como nosotros y mucho menos si adoptase las calzas del siglo XVII o el calzón corto y la media del siglo XVIII. Por bien formada que sea una mujer, el traje masculino la convierte en caricatura. Ya han sabido lo que se han hecho las bellas, al adoptar la falda y los trajes amplios. Hasta en los llamados de corte de sastre, es necesario que el que los confeccione sea un artista, y de todos modos tienen la falda que es lo esencial en el traje femenil.

Charles Frederick Worth. Hacia 1895. Kyoto Costume Institute.
Charles Frederick Worth. Hacia 1895. Kyoto Costume Institute.

          Así como en el hombre resulta bella una vigorosa musculatura, en la mujer sucede lo contrario. Por naturaleza carece, cuando se la puede considerar dentro del tipo de la belleza, de las angulosidades que se toleran y hasta agradan en el tipo varonil. Los más célebres escultores griegos, ni aun al representar bailarinas y luchadoras, renunciaron a la turgencia y redondez de las formas, y eso que se trataba de mujeres, cuyos músculos como los de los acróbatas modernos, debían necesariamente estar desarrollados.

Berthe Morisot. Lectura. 1873. Cleveland Museum of Art.
Berthe Morisot. Lectura. 1873. Cleveland Museum of Art.

          Además, toda forma redonda, en el momento en que se la oprime tiende a exagerar su volumen; y esto que en la juventud podría pasar, no es lo más conveniente desde que se ha cumplido el sexto lustro. Para que no nos haga reír una mujer que se viste de hombre, es necesario que sea muy delgada y carezca de las formas que caracterizan la belleza femenil; o lo que es lo mismo, es necesario que posea la menor cantidad del hermoso y eterno femenino.

Corsé. Hacia 1885-1895. Victoria and Albert Museum. Londres.
Corsé. Hacia 1885-1895. Victoria and Albert Museum. Londres.

          Aún hay otra razón que justifica la falda como el único traje de las bellas: la mujer es por regla general más pequeña que el hombre, y ya hemos visto en el artículo anterior que la ropa talar¹ engrandece. La mayor parte de los autores que han dedicado su atención a los estudios que nos ocupan, se declaran enemigos del corsé; no solo fundándose en la higiene, sino también en el concepto artístico. Asunto es este delicado, en el que yo me abstengo de opinar, porque la galantería es un deber en todo caballero; y yo no quiero faltar a él. El corsé se inventó en la Edad Media: por tanto no se conoció en Grecia, y como la idea más completa de la belleza nos viene en línea recta de los griegos, claro es que todos los que han tratado bajo el punto de vista estético del traje de la mujer, encuentran más pictóricos, más esculturales los amplios pliegues de las túnicas sueltas que usaban las griegas y que tomaron de ellas las romanas.

John Singer Sargent. Mr. And Mrs. I. N. Phelps Stokes. 1897. Metropolitan Museum. Nueva York.
John Singer Sargent. Mr. And Mrs. I. N. Phelps Stokes. 1897. Metropolitan Museum. Nueva York.

          Pero de todos modos convienen, y no podía menos de ser así, en que el ceñidor o cinturón es un adorno de gran importancia, siempre que por su colocación o su forma no destruya la armonía general de las proporciones. El papel estético que para la vista desempeña el cinturón, es el de precisar la línea de las caderas. Esta línea tiene en efecto gran importancia, é influye en extremo a dar un sello de elegancia a la persona. Si es demasiado baja, destruye la gentileza al exagerar las proporciones del busto con detrimento de la parte inferior del cuerpo. Demasiado alta, produce la caricatura destruyendo toda la apariencia de solidez. Sin embargo, los griegos maestros en el arte de dar la mayor suma de elegancia al cuerpo humano, opinaban por que fuese más bien alta que baja la línea de las caderas, a fin de dar a la parte inferior mayor longitud que la del busto.

Vestido de mujer: blusa, falda y cinturón. 1866-1868. Philadelphia Museum of Art.
Vestido de mujer: blusa, falda y cinturón. 1866-1868. Philadelphia Museum of Art.

          Esto demuestra que por medio de un inocente engaño, puede disimularse el defecto de un busto que es demasiado prolongado. La desproporción entre la parte superior y la inferior es según los anatómicos bastante frecuente en el bello, sexo; pero con el auxilio del traje que cubre las piernas, el cinturón bien colocado y los pliegues de la falda, pueden disimular completamente esa desproporción. Con la falda corta y escurrida, no es tan fácil conseguir el indicado efecto. No hay más que recordar los trajes de la época del Directorio tales como fueron, no como después y más recientemente los ha reproducido LA MODA modificándolos y embelleciéndolos.

Jacques-Louis David. Madame Récamier. 1800. Museo del Louvre. Paris.
Jacques-Louis David. Madame Récamier. 1800. Museo del Louvre. Paris.

          Este estilo Directorio fue una adaptación del estilo, pseudo-griego. El cinturón demasiado ancho y colocado más alto de lo regular, no era ni el apodemos que usaban las griegas para sostener los senos, ni el cinturón propiamente dicho destinado a definir y dibujar el talle.  «Ya que la Tallien se complacía en reproducir en los comienzos del siglo actual a Aspasia, dice un critico de Bellas Artes, debía haber copiado la túnica de grandes pliegues flotantes que usaba la seductora cortesana, el más hermoso traje que ha servido para engalanar a la mujer. Entonces habrían podido apreciar sus contemporáneas el arte y la gracia con que las bellas atenienses ocultaban el cinturón bajo los pliegues del cuerpo, de modo que indicase las caderas sin interrumpir la armónica unidad de la gran línea que comienza en el cuello y termina en los talones.» Con efecto, uno de los inconvenientes del cinturón, aunque esté bien colocado, es disminuir á la vista la altura de la figura”.

1.  Traje talar es el traje largo que llega hasta los talones, parte del cuerpo del que toma el nombre.

Juan de Madrid.  “Conocimientos útiles. El arte de embellecerse. Traje femenino”. La Última Moda. Madrid. Nº 366. 6 de enero de 1895. p. 6.