Emilia Pardo Bazán y la moda


          “Una tienda de verdaderos productos españoles, en Biarritz no existe: sería quizás un buen negocio, pero el caso es que aquí España aparece ataviada como la Carmen de Bizet.

Portada ilustración artística. 14 de octubre de 1895.
La Iustración Artística. 14 de octubre de 1895.

          Antes Bayona disputaba a Biarritz el privilegio del contrabando elegante. A Bayona era adonde las señoras iban para elegir el sombrero, el abrigo, el traje, y a gozar las deliciosas emociones del paso por alto en la frontera. Recomendaciones de amigos; estratagemas de todo género, de esas que la guerra justifica; habilidades florentinas y audacias españolas, todo se ponía en juego para evitar pagar los derechos de entrada de los trapitos que habían de lucirse en la próxima estación. Las modistas de Bayona, si tenían la suerte de vender mucho, en cambio tenían la desgracia de que antes de que cantase el gallo renegasen de ellas tres veces sus parroquianas: ningún pingo, apenas cruzada la frontera, se vio que fuese de Bayona; el que menos se ufanó con el nombre del difunto Worth o con la marca de Doucet o Laferriére. Esta misma superchería se repite hoy en Biarritz.

Charles Frederick Worth. 1885.
Charles Frederick Worth. 1885.

          Así que llega á Madrid, el género biarrés se vuelve parisiense -puro, neto y legítimo, y sube en precio unas tres cuartas partes, —porque hay que decirlo en justicia, las modistas de Biarritz no son careras y trabajan bien— tan bien que facilitan el consabido timo de la procedencia parisiense.

Georges Ancely. Biarritz. 1895.
Georges Ancely. Biarritz. 1895.

          Tiene el paso por alto el picante atractivo de lo prohibido y un saborete dramático, un susto agradable. Es preciso desplegar habilidad suma y valerse de mil tretas para engañar a los vistas. Al borde de las faldas flamantes se cose un volante ajado, para demostrar que tocaron el suelo; en los cuellos se colocan golas lacias y encajes sobados y arrugados; á los sombreros se les pasa un agujón |para enseñar la picadura; los zapatos se refriegan por la suela contra el piso, y parecen puestos; a guantes y medias se les quita la etiqueta, se enrollan, y ya pierden las trazas de nuevecitos que tenían. Si un moralista me pre­gunta qué opino de esto del contrabando, me veré apurada para responder.

La Ultima moda. Febrero de 1895.
La Última Moda. Febrero de 1895.

          En primer lugar, el que no contrabandea para lucrarse, para comerciar con el género, está en distinto caso del que quizás realiza, en uno de esos negocios de fraude, beneficios de miles de pesetas. La persona que sale de España, gasta dinero, paga el quebranto del cambio y sobre las mil molestias y perjuicios del viaje, por instinto cree que la menor compensación que lograr puede, es traerse un traje ó un abrigo algo más barato, y entiende que no incurre en pecado mortal al eludir disposiciones tan necesarias, pero tan molestas, como las del régimen prohibitivo aduanero. Algo significa el que gente honradísima, delicada en todas las demás cuestiones, incapaz de quitarle a nadie ni un céntimo ni un millón, no escrupulice en pasar sus compras, y no crea gravada su conciencia por trapo arriba ó trapo abajo”.

Gustav Wertheimer. Emilia Pardo Bazán. 1887. Casa Museo Pardo Bazán. La Coruña.
Gustav Wertheimer. Emilia Pardo Bazán. 1887. Casa Museo Pardo Bazán. La Coruña.

Emilia Pardo Bazán. «Biarritz». La ilustración artística. Número 720. Barcelona. 14 de octubre. 1895. pp. 694.