Mitos del Pop


          Andy Warhol, con veinticuatro obras, y Roy Lichtenstein, con diez, son los principales protagonistas de la exposición que el Museo Thyssen-Bornemisza dedica a los Mitos del pop. Los icónicos artistas no son las únicas figuras fundamentales de este movimiento, de hecho en el recorrido también tenemos nombres como Hamilton, Kitaj, Blake o Hockney. Después de más de veinte años, el pop regresa a Madrid y lo hace con un doble planteamiento. Por una parte, se ha querido mostrar lo más primitivo del movimiento, sus orígenes en Gran Bretaña, su explosión en Estados Unidos y sus manifestaciones en Europa, y por otra medirlo con la historia del arte y así comprobar cómo le influyó la tradición: «La relación del pop con el arte contemporáneo es palpable y se ha estudiado mucho pero, sin negar este hecho, queremos mostrar la revolución que lo cambió todo y su relación con los géneros y las obras icónicas de la historia del arte. Medir el pop con tradiciones artísticas da muchas claves», afirma Paloma Alarcó, comisaria de la muestra.

Andy Warhol. Nacimiento de Venus (Después de Botticelli).1984. The Andy Warhol Museum. Pittsburgh. Pennsylvania. EEUU.
Andy Warhol. Nacimiento de Venus (Después de Botticelli).1984. The Andy Warhol Museum. Pittsburgh. Pennsylvania. EEUU.

          Un ejemplo es la versión que Andy Warhol realizó del Nacimiento de Venus, de Sandro Botticelli y que se exhibe al inicio de la exposición, después de haber podido contemplar en la antesala las Flores de este mismo artista. La intención de la comisaria, jefe de Conservación de Pintura Moderna del Thyssen, está presente en el mismo título de la exhibición: «Hemos querido tratar cómo el pop se nutre de los mitos, en una sociedad mitómana, pero al mismo tiempo también hay que liberar este movimiento de determinados mitos como que es banal y superficial. En el pop nada es lo que parece». Entre los artistas que se pueden ver destacan Richard Hamilton, Lichtenstein, Peter Blake, Jasper Johns, Equipo Crónica, Eduardo Arroyo o Luis Gordillo, entre otros.

Equipo Crónica. La salita. 1970 Colección de la Fundación Juan March. Musseu Fundación Juan March. Palma de Mallorca.
Equipo Crónica. La salita. 1970 Colección de la Fundación Juan March. Musseu Fundación Juan March. Palma de Mallorca.

          En 1956, el británico, Richard Hamilton, realizó un collage que tituló Just what is it that makes today’s homes so different, so appealling? (¿Qué es lo que hace que los hogares de hoy sean tan diferentes, tan atractivos?). En él, un culturista luce músculos y porta un chupa-chups en el que aparece la palabra Pop. Se halla en la sala de una casa rodeado de un televisor, un cómic, un magnetofón, una aspiradora… La sociedad de masas, de consumo, había irrumpido y con ella nacía uno de los movimientos artísticos más célebres del siglo XX. Hamilton, padre de la criatura, a quien el Reina Sofía dedicará este mes la mayor antológica de su carrera, definió el Arte Pop de la siguiente manera: “Popular, efímero, prescindible, barato, producido en serie, joven, ingenioso, sexy, divertido, glamuroso y un gran negocio”. Anteriormente a los artistas pop, un tal Duchamp había logrado colar un urinario en museos y galerías de arte, en estos momentos el arte abrió sus puertas a los objetos de consumo, los souvenirs, las marcas publicitarias, los cómics, los medios de comunicación de masas, las nuevas tecnologías. Cualquier cosa es susceptible de convertirse en obra de arte.

Richard Hamilton. ¿Que es lo que hizo los hogares de ayer tan distintos, tan atractivos? 1992. Colección Kunstmuseum Winterthur.
Richard Hamilton. ¿Que es lo que hizo los hogares de ayer tan distintos, tan atractivos? 1992. Colección Kunstmuseum Winterthur.

          Pese a que vivimos un revival del Pop y su gurú, Warhol, arrasa en el mercado del arte, hace 22 años que no se dedica en Madrid una exposición a este movimiento. La última se celebró en el Museo Reina Sofía en 1992. Ahora, el Thyssen revisa los “Mitos del Pop”. En los últimos años los grandes museos internacionales se han interesado por explorar las huellas del pop en el arte contemporáneo. Así lo hizo el Metropolitan de Nueva York en 2012 “Regarding Warhol” y así lo hará a finales de este año la Tate “Transmitting Andy Warhol”. El Thyssen, sin embargo, ha optado por rastrear sus fuentes. No en vano, la colección de la pinacoteca acaba cronológicamente con este movimiento. La comisaria explica su planteamiento a través de un centenar de obras, que abarcan desde los orígenes británicos de este movimiento (Hamilton, Paolozzi), hasta el boom del Pop en Estados Unidos (Warhol, Lichtenstein, Rauschenberg, Jasper Johns, Wesselmann, Rosenquist, Alex Katz) y sus coletazos en Europa, España incluida.

Roy Lichestein. Mujer en el baño. 1963. Museo Thyssen-Bornemisza. Madrid.
Roy Lichestein. Mujer en el baño. 1963. Museo Thyssen-Bornemisza. Madrid.

          En la década de los 60 los hippies se echan a las calles, muere Marilyn, Kennedy es asesinado, estalla la guerra de Vietnam… y el márketing publicitario inunda las vidas de los norteamericanos. En el supermercado del Pop hallamos sopas Campbell, cigarrillos Lucky Strike, detergente Brillo. Objetos de consumo diario, pero también iconos pop. La estrella fetiche del movimiento, una humilde Coca-Cola. Su eslogan (la chispa de la vida) se convierte en refrescante símbolo del estilo de vida americano. Una botella pintada por Warhol fue vendida el año pasado por 51 millones de dólares. Su fascinación aún se mantiene intacta. Jasper Johns se pregunta si su obra es una bandera o un cuadro, mientras Claes Oldenburg esculpe tartas, helados y hamburguesas y Robert Indiana reparte amor (Love) por todos los rincones.

Valerio Adami. El camerino. 1970 Colección privada, cortesía Fondazione Marconi. Milán.
Valerio Adami. El camerino. 1970 Colección privada, cortesía Fondazione Marconi. Milán.

          Paradójicamente, un movimiento tan rupturista como el Pop mantiene un pie en la tradición artística, revisándola. Algo que se aprecia claramente en esta exposición. Ya al comienzo del recorrido hay un guiño: cuelga la Venus de Botticelli en versión «warholiana». La tres elementos del Pop (collage, publicidad y cómic) va apareciendo en cada una de las salas del Thyssen. Tras los collages de Hamilton y Paolozzi vemos cómo se aproximan a los cómics Warhol y, sobre todo, Lichtenstein. De este último se ha conseguido un préstamo excepcional: Look Mickey de 1961, cedido por la National Gallery de Washington. Un emblema pop: es la primera vez que el artista utiliza en su carrera un cómic, el Pato Donald se mira en el agua (en clara alusión al mito de Narciso) en presencia de otro icono Disney, Mickey Mouse. En la pared de enfrente, dos versiones del famoso ratón firmadas por Warhol y Equipo Crónica. Hay tres estupendos ejemplos de las “mujeres” que Lichtenstein pinta en sus celebérrimas viñetas, poderosas pero tremendamente infelices.

Roy Lichestein. Look Mickey. 1961. National Gallery of Art. Washington.
Roy Lichestein. Look Mickey. 1961. National Gallery of Art. Washington.

          La muestra despliega a continuación todo un catálogo de eslóganes y marcas publicitarias. Slip it to me, reza una pieza de un provocador Hamilton (Epifanía, 1987-89), que recuerda a las tradicionales chapas. Siguiendo el juego del padre del Pop, el Thyssen recrea estas chapas en las cartelas de las salas. El museo ha apostado por un montaje muy popero (grandes rótulos sobre fondo amarillo). Pero si algo define a este movimiento es la pasión que sentían sus miembros por los mitos, bien musicales: los Beatles, los Stones, bien estrellas de Hollywood: Marilyn Monroe, Elizabeth Taylor, Marlon Brando o James Dean. Solo los artistas pop se atreverían a hacer parejas imposibles: James Dean con Rimbaud (Ray Johnson) y el santo grial proustiano, “En busca del tiempo perdido”, con los zapatos (Warhol). El Pop murió de éxito y acabó siendo un mito en sí mismo.

David Hockney. Hombre en la ducha en Beverly Hills, 1964. Tate Gallery
David Hockney. Hombre en la ducha en Beverly Hills, 1964. Tate Gallery

          Este movimiento revisa los géneros tradicionales: el retrato (Hockney, Peter Blake, Warhol), el desnudo (Wesselmann, Rosenquist, Polke, Richter, y Warhol, que está en todas las salsas), la pintura de historia, la naturaleza muerta. Los suntuosos bodegones holandeses del XVII son sustituidos por tortitas, salchichas, batidos y Coca-Colas. La comisaria quiere romper viejos tópicos sobre el Pop. Se suele tildar a estos artistas de superficiales, pero esa, dice Paloma Alarcó, es una mirada muy distorsionada: “Detrás de cada obra hay una idea, una reflexión crítica, mordaz e irónica”. No sólo estaban deslumbrados por las estrellas de Hollywood y los productos de consumo; también fueron cronistas de su tiempo. Warhol pinta la muerte de Kennedy con el retrato de su viuda (Jackie, otro icono pop) o la llegada del hombre a la Luna.

Andy Warhol. Lata grande de sopa Campbell´s rasgada. 1962. Kunstsammlung Nordrhein-Westfallen. Düsseldorf.
Andy Warhol. Lata grande de sopa Campbell´s rasgada. 1962. Kunstsammlung Nordrhein-Westfallen. Düsseldorf.
Andy Warhol. Mao. 1972. Colección Josep Suñol.
Andy Warhol. Mao. 1972. Colección Josep Suñol.

          El Pop llegó a España en unos años convulsos, de ahí que la política se cuele en las propuestas de Darío Villalba (Jones-Raya Roja), Eduardo Arroyo (Blanco White amenazado por sus seguidores en Londres), Juan Genovés (El abrazo, un símbolo de la Transición). La exposición se cierra con la mirada del Arte Pop a los maestros del pasado: Lichtenstein evoca la picassiana mujer que llora del Guernica, Equipo Crónica revisita a Las Meninas y Arroyo “mata” al padre poniendo boca abajo el mundo del arte con su Vestido bajando la escalera, en el que parodia irreverentemente el Desnudo bajando la escalera de Duchamp. Recuerda Guillermo Solana, director artístico del Thyssen, que muchos creyeron ver en el Pop la muerte del arte, con Warhol en el papel de verdugo: “Esa supuesta muerte fue en realidad una transformación para sobrevivir. No fue una rendición, sino un contraataque”.

Eduardo Arroyo. Vestido bajando las escaleras. 1976. Instituto valenciano de arte moderno. Valencia.
Eduardo Arroyo. Vestido bajando las escaleras. 1976. Instituto valenciano de arte moderno. Valencia.