Paul Poiret. El rey de la moda


Modelo con un diseño de Paul Poiret. 1914.
Modelo con un diseño de Paul Poiret. 1914.

          De esa manera tituló sus memorias Paul Poiret publicadas en 1930 y así se podría denominar, con permiso de Charles Worth, considerado el primer diseñador en sentido estricto de la palabra. De origen humilde, Poiret nace en Paris en 1879, en el seno de una familia de comerciantes de telas. Pronto su padre le envió a un taller de paraguas donde rápidamente aprendió la técnica y aprovechando retales, empezó a diseñar vestidos para las muñecas de su hermana. Gracias a su carisma y su talento, se introdujo en los círculos más exclusivos de la Belle Époque parisina, llegando a trabajar primero como asistente y luego como jefe de departamento de sastrería de Jaques Doucet.

Paul Poiret en su taller con una clienta.
Paul Poiret en su taller con una clienta.

     Poiret fue el primer diseñador que sentó las bases de la moda tal y como las conocemos hoy. Apodado “el magnífico”, sus trajes fluidos, basados en la indumentaria oriental, posibilitaron  la liberación del corsé a unas pocas privilegiadas. Su atrevimiento llegó hasta el punto de vestir a la mujer con falda pantalón. Podemos considerarle un adelantado a su tiempo en lo que se refiere a la “marca personal”,  concepto tan en boga en la actualidad. Fue un hábil gestor de su propia fama, siendo el primer diseñador  en crear perfumes asociados a su marca (Parfumes de Rosine) y llegando incluso a comercializar una línea de decoración. Definitivamente fue el primer modisto en concebir su trabajo como idea de marca más que como negocio. En palabras del propio Poiret: “Se me ocurrió cuando estaba en el campo, y duermo sobre la hierba, y huelo el verdor, el follaje que me rodea, ¿por qué es que la gente siempre hace perfumes de flores? … ¿Por qué no de estas cosas también? Seguramente son tan conmovedoras como emocionantes… estos aromas de la tierra húmeda, y las hojas, los pinos, las marismas, como las de las flores… más aún para algunos de nosotros. Así que hago un perfume de la hierba … Ya sabes lo fragante que es cuando lo aplastas en tus manos … Y del boj … Y de la hiedra … Y Del musgo … He hecho un perfume, incluso a partir de las plantas que crecen en las profundidades del mar .”

La Rose de Rosine. Perfume. 1912.
La Rose de Rosine. Perfume. 1912.

          Tras la primera guerra mundial, las clases pudientes no estaban para celebraciones ni fiestas majestuosas donde lucir grandes diseños y Poiret se vio obligado a cerrar su mansión en 1929. Era el momento para esa sobriedad sofisticada llamada Chanel. Su clientela le fue olvidando. A la desesperada Poiret organizó fiestas que cada vez le hundieron más en la ruina, tanto económica como social. Finalmente amargado y frustrado, se retiró a la Provenza y se dedicó a la pintura. Allí murió, solo y olvidado. Podemos decir que Paul Poiret tocó el cielo y murió en el infierno.

Diseño de Paul Poiret. Dibujo de Georges Lepape. 1911.
Diseño de Paul Poiret. Dibujo de Georges Lepape. 1911.

          Se cuenta una anécdota que un día, ya casi al final de su vida, se encontró con Cocó Chanel y le preguntó por qué vestía de riguroso negro, por quién llevaba luto y Cocó le respondió: “Por usted señor”.  El comentario de la diseñadora resulta injusto sin duda,  ya que fue Poiret quien liberó a la mujer de la tiranía del corsé. El creador francés  no volvió a brillar hasta el año 2007, en el que el Museo Metropolitano de Nueva York le dedicó una retrospectiva. “El rey de la moda” volvía a ocupar el lugar que le correspondía. Él mismo definió el espíritu de sus diseños: “Todas las mujeres deben descubrir su propia individualidad y vestir según su estilo”. Un adelantado a su tiempo sin ninguna duda.

Tienda Paul Poiret. 1900.
Tienda Paul Poiret. 1900.
Traje de tarde. 1910.
Traje de tarde. 1910.
Traje de cena. 1922-1923.
Traje de cena. 1922-1923.

Traje de fantasia. 1911.