El vestido de Isabel de Valois, tercera mujer de Felipe II


          Durante los reinados de Felipe II y Felipe III el traje femenino de las damas más principales se convirtió en una gran superficie sobre la que disponer todo tipo de joyas y adornos. Al quedar toda la piel cubierta bajo los pesados sayos, el vestido se convertía en el marco perfecto para desplegar las grandes riquezas que atesoraba la familia real. El descubrimiento de América convirtió a España en el destino de ingentes cantidades de oro, plata y piedras preciosas. El diamante era una de las gemas más apreciadas y normalmente se tallaba en tabla para luego embutirlo sobre el metal. El brillante más espectacular que poseyó la Casa Real española a lo largo de su historia tuvo nombre propio: “El Estanque” pesaba nada menos que 100 quilates y tenía forma cuadrangular. Fue adquirido por Felipe II en Amberes por la elevadísima suma de 8.000 coronas y tallado en Castilla. El rey se lo regaló a su tercera mujer Isabel de Valois.

Tiziano Vecellio. Felipe II. 1551. Museo del Prado. Madrid.
Tiziano Vecellio. Felipe II. 1551. Museo del Prado. Madrid.

          La princesa francesa, hija de Enrique II y Catalina de Médicis, contrajo matrimonio con el Rey Prudente por poderes en París en 1559, siendo Felipe II representado por el duque de Alba. Unos meses más tarde, concretamente el 31 de enero de 1560 se celebró la misa de velaciones en Guadalajara, ya con los dos contrayentes presentes. La boda se celebró a raíz de la Paz de Cateau-Cambrésis que puso fin a las hostilidades entre España y Francia. La joven Isabel, de apenas quince, fue reina consorte de España tan solo ocho años ya que falleció como consecuencia de un alumbramiento dejando dos hijas, las infantas Isabel Clara Eugenia y Catalina Micaela. La tasa de mortalidad femenina como consecuencia de problemas devengados del parto y sobreparto era muy elevada y afectaba a todas las capas de la sociedad. Su breve periodo como reina estuvo marcado por un gran despliegue de magníficos encargos de joyería, orfebrería y artes suntuarias. En la almoneda de sus bienes realizada en 1570 se comprueba como doña Isabel se rodeó de preciosas obras de arte tanto religiosas como profanas. En su colección particular aparecen objetos litúrgicos, pinturas, tapices, muebles, alfombras y juegos de ajedrez. También encontramos piezas de menaje como jarras, tenedores o platos y joyas para su uso personal como medallas, camafeos, sortijas, collares y objetos originales, como un peine guarnecido de oro y rubíes o un broche de diamantes en forma de lagartija.

Antonio Moro. Retrato de Isabel de Valois. Hacia1660. Colección Várez Fisa. Madrid.
Antonio Moro. Retrato de Isabel de Valois. Hacia1560. Colección Várez Fisa. Madrid.

          Recién casada Antonio Moro la retrató con un espléndido vestido rojo de cuyo pecho cuelga la cruz de diamantes que lució el día de su boda según cuentan las crónicas. En su inventario post-mortem el citado vestido aparece así descrito: “saya de terciopelo carmesí riço y leonada, y hecha unas lavores y oxas para lo cortado, con cuerpo alto e manga de punta, aforrado de tafetán leonado; y las mangas e ruedo en raso blanco raspado, e la guarniçión de la saya es con las ojas de terciopelo cortado”, siendo tasado en 50.000 maravedíes. Lógicamente la esposa del monarca más poderoso de la Tierra debía lucir las más espectaculares ropas y joyas que el dinero pudiera comprar. El traje en cuestión está formado por varias piezas. A mi primera vista lo que destaca son las espectaculares mangas dobles, abiertas longitudinalmente por delante. El sayo también tiene aberturas y se decora con numerosos adornos iguales formados por cuatro perlas; la prenda remata en cuello alto por el que asoma la blanca gorguera. La basquiña (falda) presenta acuchillados en distintos sentidos. El acuchillado era una cortadura practicada en las prendas, muy de moda durante los siglos XVI y XVII, que comenzó en la indumentaria militar para luego pasar a la civil.

Alonso Sánchez Coello. Retrato de Isabel de Valois. Hacia 1560. Colección Várez-Fisa. Madrid. Sánchez Coello, discípulo de Antonio Moro, copió el retrato de su maestro unos meses después.
Alonso Sánchez Coello. Retrato de Isabel de Valois. Hacia 1560. Colección Várez-Fisa. Madrid. Sánchez Coello, discípulo de Antonio Moro, copió el retrato de su maestro unos meses después.
Alonso Sánchez Coello. Las infantas Isabel Clara Eugenia y Catalina Micaela. Hacia 1575. Museo Nacional del Prado. Madrid.
Alonso Sánchez Coello. Las infantas Isabel Clara Eugenia y Catalina Micaela. Hacia 1575. Museo Nacional del Prado. Madrid.

          La iconografía del retrato oficial en la corte de los Austrias fue creada por Tiziano y Antonio Moro, pintor flamenco que estuvo al servicio de Felipe II y su familia. El personaje aparece sobre un fondo neutro que hace resaltar la monumentalidad de la figura. Las poses son serenas y llenas de majestad, mientras que los tejidos y adornos aparecen pintados de una manera sumamente precisa. Felipe II estaba muy interesado en ofrecer a través de sus retratos la imagen de digna e intocable majestad, la estampa de un hombre bajo cuyo cetro nunca se ponía el sol. En el Museo del Prado podemos contemplar hasta quince retratos del flamenco casi todos provenientes de la Colección Real.

Juan Pantoja de la Cruz La reina Isabel de Valois, tercera mujer de Felipe II. 1605. Museo Nacional del Prado. Madrid.
Juan Pantoja de la Cruz. La reina Isabel de Valois, tercera mujer de Felipe II. 1605. Museo Nacional del Prado. Madrid.
Antonio Moro. Felipe II en la jornada de San Quintin. 1560. Monasterio del Escorial. Madrid.
Antonio Moro. Felipe II en la jornada de San Quintin. 1560. Monasterio del Escorial. Madrid.

Un comentario

  1. Carolina N dice:

    Me encanto este articulo! Gracias por compartir

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