«Aunque los indios viven bajo el yugo y la servidumbre no dejan por eso de ser de muy buen humor y de divertirse a menudo en festines, juegos y danzas y principalmente el día de la fiesta del santo patrón de su pueblo. No hay en las Indias un pueblo, grande o chico, aunque no sea más de veinte casas, que no esté dedicado a la virgen o a algún santo. Dos o tres meses antes de la fiesta se reúnen los indios del pueblo todas las noches para prepararse a las danzas acostumbradas en aquellos días, y en estas asambleas beben gran cantidad de chocolate y chicha.
Hay una casa ordenada expresamente para cada manera de danza donde hay un maestro que va a enseñar a los otros a fin de que la sepan perfectamente antes que llegue el día de la fiesta del santo. En todo aquel tiempo no se oye otra cosa todas las noches más que gentes que cantan, que aúllan, que dan golpes sobre conchas y que tocan fagotes y flautas. Mas cuando llega la fiesta, por espacio de ocho días se les ve bailar en público y poner en práctica todo lo que han aprendido en los tres meses en aquellas casas.
Aquel día se visten muy bien de seda y tela fina con una gran cantidad de listones y plumas según la naturaleza de la danza, que ellos comienzan en la iglesia delante de la imagen del santo patrón del pueblo o bien en el cementerio; y durante la octava van a bailar de casa en casa, donde les dan a beber chocolate, chicha o cualquiera otro brebaje, de suerte que por ocho días reprenden sus excesos responden que ellos se regocijan con su santo que está en el cielo y que quieren beber a su salud para que se acuerde de ellos.
La danza principal que se practica entre ellos se llama toncotín que algunos españoles que han vivido entre los indios han bailado delante del rey de España en Madrid para hacerle ver algunas de las costumbres de aquellos pueblos, y se dice que su majestad católica quedó muy satisfecho. Ved aquí cómo lo bailan ordinariamente; los indios que deben bailarlo son lo menos treinta o cuarenta, según el tamaño del pueblo: todos están vestidos de blanco tanto los jubones como los calzones y ayates, que de un lado llegan a tocar la tierra; los calzones y los ayates están bordados de seda o de plumas o adornados con algún buen galón. Algunos también alquilan jubones, calzones y ayates de tafetán hechos expresamente para esto, llevan sobre la espalda grandes ramilletes de plumas de todos los colores pegadas a un cierto aparejo dorado que hacen expresamente para esto y atado a sus espaldas con cintas para que no se caiga al tiempo del baile. Además llevan sobre la cabeza otro ramillete de pluma, pero más pequeño que el otro, atándolo a sus sombreros o bien a una especie de casco pintado o dorado que se acomodan a la cabeza.
Tienen además en la mano un abanico de plumas y la mayor parte lo tienen también en los pies en forma de pequeñas alas; algunos llevan zapatos, otros no; pero están casi todos cubiertos de hermosas plumas desde los pies hasta la cabeza. El instrumento que usan para marear la cadencia está hecho de un tronco de árbol hueco, que es bien redondo y alisado por dentro, y por fuera muy suave y reluciente, el cual es cuatro veces más grueso que nuestras vidas, con dos o tres grandes hendiduras del lado de arriba y algunos agujeros en la extremidad. A este instrumento lo llaman tepanabad.
Colocan éste sobre dos sillas o sobre un banco en medio de los indios, y el maestro del baile pega en él con dos palos guarnecidos de lana en la extremidad, y cubiertos de un cuero dado con pez para contener la lana. Aunque este instrumento produzca un sonido sordo y pesado, sin embargo el que lo toca no deja de sacar diversos tonos según el modo de dar los golpes, y por el cambio de este tono hace oír a los que bailan los movimientos que deben hacer, bien sea alargándose, bien encorvándose, o bien cuando es necesario que canten o eleven la voz. Ellos bailan alrededor de este instrumento, los unos siguiendo a los otros, unas veces todo derecho y otras dando vueltas alrededor o no haciendo más que una media vuelta; algunas veces se inclinan de manera que las plumas que llevan en la mano tocan por tierra, y en esta postura cantan la vida del patrón de su pueblo o de algún otro santo.
Este baile no es otra cosa más que una especie de marcha en círculo, que hacen durar dos o tres horas en un mismo sitio, y después se van a hacer lo mismo a otra casa. Los jefes y principales del pueblo son solos los que bailan este Toncontín, que es la danza que ellos practicaban antes que fuesen cristianos; no hay nada de cambiado, sino que en lugar de las alabanzas a sus falsos dioses cantan la vida de los santos. Muchas veces practican también otra especie de baile, que es como una caza de bestia salvaje, que en otro tiempo se sacrificaba a sus falsas divinidades y que hoy día ofrecen al santo que tienen por patrón. Se sirven de una gran diversidad de cánticos y todo en esta danza con un pequeño tepanabad y muchas conchas de tortuga, o bien con jarros cubiertos de cuero sobre los cuales pegan como sobre el tepanabad, acompañando con flautas.
Cuando bailan esta danza gritan y hacen gran ruido hablándose los unos a los otros, como en una comedia, los unos cuentan una cosa, los otros otra y siempre con referencia a la caza de la bestia. Todos están disfrazados en bestias, los unos tienen pieles pintadas en forma de león, los otros de tigres y lobos, y teniendo sobre la cabeza gorros hechos como la de estos animales; o bien se disfrazan en águila y otros pájaros de rapiña. También llevan en la mano palos pintados figurando dardos, espadas y hachas, con la que amenazan de matar a la bestia que persiguen: otros en lugar de cazar una bestia persiguen a un hombre, como si estuviese perseguido por bestias salvajes en un desierto para devorarle. El que está así perseguido debe ser muy ágil y ligero en la carrera, como un hombre que corre para salvar su vida, pegando, aquí y allá sobre estas bestias que corren detrás de él, pero que al fin lo cogen y comen.
Como el Tocontín, consiste en marchar y dar a voluntad, y a extender poco a poco el cuerpo, esta danza al contrario está llena de acción, tanto corriendo alrededor de un círculo y algunas veces fuera, tanto formando y tocando instrumentos que llevan en la mano; lo que hace que esta diversión es muy enfadosa, llena de ruido, y donde no me he divertido jamás. Todavía se visten en México de otra suerte de baile, donde los unos se visten de hombre y los otros de mujer. En tiempo del paganismo se servían de esta diversión para cantar alabanzas a su rey y emperador; pero hoy dice aplican estas canciones al rey de la gloria o al santo sacramento, sirviéndose ordinariamente de estas palabras o de otras análogas.
Salid mexicanos, bailad tocontín, Cantan las galanas en cuerpo gentil.
y se repite:
Salid mexicanos, bailad tocontín, Al rey de la gloria tenemos aquí.
De esta manera bailan en círculo, tocando sus guitarras, repitiendo todos a un tiempo una coplilla, o dos de tiempo en tiempo, y llamando a las señoras de México para venir a cantar con ellos alabanzas al rey de la gloria. Además de estas danzas bailan también nuestras zarabandas y las de los negros con castañuelas: pero el baile que atrae al pueblo y lo que más le atolondra, es una tragedia que representan bailando, que consiste muchas veces en la muerte de San Pedro o en la de San Juan Bautista. Allí se representa al emperador Nerón, al rey Herodes con sus mujeres, vestidas magníficamente, y otro personaje con un vestido talar que representa San Pedro o San Juan Bautista, el cual mientras que los otros bailan se pasea en medio de ellos con un libro en las manos como si leyese oraciones; todos los que bailan están vestidos de capitanes y soldados con espadas, puñales y alabardas en las manos.
Bailan al son de un tamborcillo y algunas flautas; algunas veces alrededor y otra adelante, hablando muchas veces al emperador o al rey y después entre ellos, con el objeto de coger y hacer morir al santo. El rey y la reina se sientan muchas veces para oírlos hablar contra el santo, y para oír también sus defensas; después bailan con los otros. El fin del baile es crucificar a San Pedro con la cabeza abajo y cortar la de San Juan Bautista, teniendo dispuesta al intento una cabeza pintada en una fuente que presentan al rey y a la reina, quienes de contento bailan después todos juntos, concluyendo por quitar de la cruz al que representaba la persona de San Pedro. La mayor parte de los indios tienen una especie de superstición y de apego a lo que hacen en este baile, como si hubiese allí una realidad o algo más que la representación de la historia.
Cuando yo me hallaba entre ellos, el que había representado a San Pedro o San Juan Bautista, tenía siempre costumbre de venir a confesarse el primero, diciendo que debían estar puros y santos como el santo que habían representado, y que se debían preparar para morir. De la misma manera, el que había representado el personaje de Herodes o de Herodías y los soldados que durante el baile habían acusado o hablado contra los santos, venían también a confesar su crimen y a pedir la absolución. En el capítulo siguiente diré todavía cosas muy remarcares de los indios, que yo he aprendido mientras he vivido con ellos.»
Thomas Gage. Extracto de The English American: his travel by the Sea and Land or A New Survey or the West Indias, 1648.
La obra fue traducida el español bajo el título Viajes por la Nueva España y Guatemala y publicada en 1838. Thomas Gage, fray Tomás de Santa María, Surrey (Reino Unido), c. 1602-Jamaica, 1656. Fue un fraile dominico que vivió más de una década en Centroamérica. Fruto de su estancia en la Nueva España escribió un interesante libro que supone una fuente histórica de notable interés para acercarnos a la vida cotidiana y a las costumbres del pueblo indígena. Se considera que contribuyó a la difusión de la Leyenda Negra española. En 1637 se convirtió al anglicanismo.
Es un error llamar “indios” a los nativos del Nuevo Continente, error cometido por los descubridores españoles que creyeron haber llegado a la India. Error cometido por el mismo Colon, asi como fue error denominar al Nuevo Mundo, America por Americo Vespucio, quien nunca estuvo en America, pero dio a conocer el Nuevo Mundo por historias y anecdotas al igual que mapas, descritos por los viajeros.
Los “indios” deben ser reconocidos por su propia raza, tales como aztecas, mayas, toltecas, caribies, mayas, araucanos, chibchas, etc. Al igual que los germanos, escandinavos, iberos, anglosajones, etc.
El continente “Americano” no es una sola region, son multiples razas las que lo componen, aunque luego con el mestizaje se haya diluido en una gran casta iberoamericana. En cuyo caso la denominacion correcta para los habitantes de este gran Continente es de Iberoamericanos.
Muchas gracias por tu interesante comentario. El texto pertenece a un monje dominico inglés que estuvo en la Nueva España a principios del siglo XVII, por lo que se debe contextualizar en el momento en que fue escrito. Un cordial saludo.
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Muchas gracias Manolo.